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¿Y si volvemos a los rincones? el desafío de la tarea docente

Maria del Carmen Teijeiro

Publicado el 12/03/2019 19:03

La incorporación del uso de herramientas o recursos electrónicos en la educación es, sin lugar a dudas, una oportunidad que enriquece la tarea docente.

Su introducción exige desafiar el rol docente y generar un proceso de enseñanza centrado en el estudiante. Para ello, es imprescindible tener conocimiento de cuáles son los motivos para utilizar esta estrategia, en qué situación o entorno y con qué propósitos; a la luz de otorgarle significado en el conjunto del curriculum o de cada materia en particular.

Las estrategias de enseñanza confieren un sentido formativo y significativo a los aprendizajes. Requieren, a su vez, de la toma de decisión comprometida del docente con aquello que sabe y desea transmitir a sus estudiantes.

Los recursos electrónicos y tecnológicos son herramientas que deberían enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje. De ello depende nuestra actividad educativa. Aun así, todavía queda por trabajar el rol de los docentes y la reestructuración de la Escuela y las aulas tal como las conocemos.

Es decir, en un escenario donde la tecnología viene a enriquecer la enseñanza y el aprendizaje desde el acercamiento a determinadas habilidades de pensamiento aún no ha generado mecanismos para pensar en cómo modificar el escenario “Aula”. Ofrece flexibilidad, aumento de los tiempos de dedicación, proyecciones de producción diferentes, entre otras ventajas aunque la propuesta de fondo en las aulas escolares no sufre modificaciones o cambios sustantivos.

Los pupitres se trasforman en mesas redondas, pero la dinámica es estanca; los laboratorios debería recobrar significatividad pero no lo hacen; los cronogramas y horarios de clases siguen manteniendo un esquema tradicional; entre una inmensidad de aspectos que obstaculizan el verdadero cambio.

Entonces, ¿Qué hacemos con la libertad que se nos regala? ¿Cómo educamos en la libertad? Esa libertad que tan discutida está cuando se trata de los usos de la tecnología en la dinámica del aula tradicional garantiza más ventajas de las que podemos imaginar. Éste es, en esencia, uno de los desafíos más grandes de este tiempo: enseñar en la libertad y con responsabilidad desde escenarios enriquecidos tecnológicamente.

Algunos autores dirían que como educadores “corremos el riesgo de trabajar con la libertad” (es decir, somos unos arriesgados) porque de ahí que se desprenden desafíos como: apostar a la confianza; a otro; a ser pacientes; a acompañar sin lastimar; a esperar, aunque sabemos que están errando; a no señalar, pero observar; a corregir a tiempo; a contener con objetividad; a exigir en el amor, entre muchas otras cosas.

Es importante considerar la creatividad docente en estos temas para brindar aportes significativos a la enseñanza presencial (“cara a cara”) en armonía con la tecnología y los avances de la ciencia. A su vez, abrir espacios interactivos y colaborativos que puedan problematizar conceptos teóricos, por ejemplo.

Por eso, la metáfora de volver a los rincones de jardín de infantes es muy concreta para no adormecer ideas o proyectos solo porque aún no llegaron a la escuela. 

Como individuos somos muy peculiares y aunque indeterminados, estamos condicionados. Pero por el simple hecho de que nuestra libertad es siempre una libertad situada en una circunstancia  según Jaspers y otros autores, se dice que no somos indiferentes con lo que sucede,  ni dentro nuestro ni en nuestro alrededor.

Es por esto que cuando educamos habilitamos la libertad. En orden a percibir lo valioso y lo que trae sentido a la vida. Y esto significa dar lugar al amor y a los talentos.

¿Los docentes conocemos los talentos de nuestros alumnos? ¿Cómo guiamos, formamos y modelamos esos talentos para que sean conducidos con calidad académica y moral? En gran parte, la observación y el registro tan proclamados por modelos pedagógicos como Reggio Emilia tienen mucho para aportar en este sentido.

Una Escuela y aulas que promuevan a cada joven, al igual que a cada niño en sus primeros pasos, puede darse sin esperar mucho más tiempo. Y, aunque la mirada esté puesta en el alumno y en sus procesos cognitivos para adquirir e interiorizar el conocimiento y los aprendizajes, el docente es clave para transitar y crear nuevos escenarios y rutinas para lograrlo.

Como dice Buber, en ese espacio que implica libertad y responsabilidad.  Libertad cuando nos permite ver al “otro” cara a cara y responsabilidad de uno por el otro que incluye en ello la reciprocidad. Las personas libres, entonces, quieren sin la arrogancia de la arbitrariedad, cree en sí mismos y en los demás.

Imagínense alumnos con diferentes proyectos de investigación y grupos de trabajo de manera simultánea, laboratorios de práctica, varios docentes de diferentes áreas en la misma hora de clase, rincones de indagación y de exploración, talleres literarios, atelieres, entre miles de alternativas.

En suma, si bien son ideas disparadoras y queda mucho trabajo por delante en la concreción de un diseño de competencias docentes y de reconfiguraciones institucionales, sostengo que la escuela es un lugar de encuentro, y cuando hay encuentro hay un otro. Por eso, en términos más concretos, la tarea docente debiera pensar en los talentos de cada uno de sus alumnos, en su espacio, su recorrido, “su rincón” en la sala y estar a la altura de las exigencias y los avances del mundo actual y global sin perder de vista a las personas.

 

 

Buber, M. Diaz Hernandez, M (2017) Yo y Tu. España: Herder

Maggio, M. (2012) Enriquecer la enseñanza. Los ambientes con alta disposición tecnológica como oportunidad. Buenos Aires, Argentina: Paidós

 

Citas tomadas de artículos personales de mi autoria en el marco del trabajo realizado como directora del Instituto San Antonio DIEGEP 4974, 2016-2018

 

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