María Acaso se está convirtiendo poco a poco en una nueva revolución pedagógica. Esta escritora acaba de publicar su último libro “rEDUvolution” en el que la directora de la Escuela de Educación Disruptiva (EED) de la Fundación Telefónica propone un cambio en el paradigma de la educación y por lo tanto, dejar de lado la escuela tradicional.
Así, la escritora afirma que el actual sistema educativo “no es que esté mal, es que no sirve. Los niños van con sus Mp3, sus móviles 3G... y su flauta dulce. ¡Por favor! Ha cambiado todo, y sobre todo lo que tiene que ver con la gestión del conocimiento.”
Esta escritora entiende que el papel del profesorado ha de ser el de atender las necesidades de cada alumnado, ya que con el actual sistema educativo lo único que se está haciendo es “negar los intereses del alumnado. No se trata de hacer treinta clases distintas, si no de decir, voy a intentar ver qué es lo que les interesa a los alumnos y de incorporarlos al aula, en general”.
Acaso señala también la importancia de la creatividad del profesorado. Porque no se puede estimular la creatividad del alumnado, sino lo hacemos antes del profesorado. “Se va a olvidar del libro de texto y va a crear unas experiencias increíbles”, afirma la escritora.
María Acaso achaca los problemas educativos en la pedagogía que se lleva a cabo por medio del proceso de reproducción en la formación del profesorado, y es que esto lo único que ocasiona según la escritora es que no exista "trastorno de déficit de atención, solo niño aburridos".
La autora cree que se debe crear en clase una “comunidad” en el que se deje de lado la figura del profesor y alumno como entidades diferentes. El profesor ha de ser el acompañante del estudiante “pero es que ni siquiera es un acompañante, los profesores y estudiantes como coachers unos de otros. Si tu tratas al alumno más como un igual, y le das más poder, sus problemas se reducen.”
Como concluye esta escritora, lo que en España se necesita es una revolución pedagógica en el que el profesor se encuentre mucho más valorado y en el que la conexión con el alumnado sea mucho más estrecha. “Aceptar que lo que enseñamos no es lo que los estudiantes aprenden. Cambiar las dinámicas de poder. Habitar el aula. Pasar del simulacro a la experiencia. Dejar de evaluar para pasar a investigar”.