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¿Qué entendemos por "educación de calidad"?

Mariangeles Mingarro Arnandis

Publicado el 14/03/2019 10:03

En los últimos años, la expresión “EDUCACIÓN DE CALIDAD”  se ha convertido en una frase muy popular en nuestra sociedad. Al escucharla, todos estamos de acuerdo en que eso es lo que queremos para nuestros hijos. Pero, ¿qué significa “de calidad”?

Tratar de definir qué es una educación de calidad es muy complejo, aunque lo que sí creo tener claro es por donde hay que comenzar en ese trabajo; y el punto de partida, según mi experiencia y opinión, son los padres y los profesores.

Ante todo, los padres tenemos que entender que la responsabilidad de educar a los niños es nuestra[1], no de los colegios. Los colegios deben ayudarnos en esa tarea y por eso debemos tener la libertad de poder escoger el colegio que más nos ayude de acuerdo a los valores y prioridades que cada familia tenga para sus hijos. Los sistemas educativos deben responder, por igual, a los distintos tipos de familias que forman hoy la sociedad.

Es así como los padres somos llamados a poner límites (lo cual es incómodo e ingrato), a educar en valores, premiar el esfuerzo y las conductas positivas, y preocuparnos por nuestra verdadera tarea: formar buenas personas que, independientemente del lugar que ocupen en la sociedad, aportarán lo mejor de sí mismas.

Además de los padres,  los profesores son claves en el proceso educativo de los niños. En muchos estudios, y desde la propia experiencia,  se comprueba que un buen profesor, capacitado, bien formado y sobretodo  MOTIVADO, que ame lo que hace, que sepa entregarse, puede cambiarle la vida a un niño o a una niña y, desde ahí, generar desigualdades sociales enormes.

El filósofo José Antonio Marina nos habla de la relación escuela-familia en términos muy claros y afirma que ambas “se han separado por culpa de las dos”; no hay apenas colaboración entre ellas, sino en todo caso recriminaciones o advertencias, debido a que “los maestros piensan que los padres solo vienen a la escuela a dar la lata”, mientras que los padres creen “que los profesores lo están haciendo mal y que son los culpables de todo lo que les pase a sus hijos”.

Como Padres, en una sociedad en la que apenas tenemos puntos de referencia fiables, es de vital importancia que valoraremos el trabajo y la persona del maestro, del profesor,  porque precisamente él será durante mucho tiempo un punto de referencia y el modelo a seguir para nuestros hijos.

La docencia es una profesión totalmente vocacional y de servicio, por tanto, tener profesores motivados es la puerta de entrada a una educación de calidad. El hecho de que muchas personas lleguen a la carrera docente por descarte, más que por vocación, es una verdadera injusticia social. Nuestros hijos se merecen maestros y profesores vocacionales, capaces de ayudar al desarrollo intelectual, social y afectivo de los alumnos, por supuesto, en colaboración con los Padres. Ambos sujetos son necesarios para una educación integral de calidad.

Así pues, Padres y profesores trabajando juntos y con los objetivos claros, lograrán esa ansiada educación de calidad,  que ha de entenderse como algo que va más allá de la excelencia académica;  tiene necesariamente que incorporar la excelencia del alma e integrar todos los aspectos del ser humano y no sólo el cognitivo.

Todos queremos una educación de calidad, entonces partamos por quien la entrega y, desde ahí, el resto se dará como añadidura. Padres y profesores son el origen de la educación, ahí empieza y surge el futuro ser humano que, desde su vocación personal, sea cual sea, aportará a nuestra sociedad lo mejor de sí mismo.

 

Mariángeles Mingarro Arnandis

Madre y Docente

 

 

[1]          Hablar con los hijos es absolutamente fundamental para su inteligencia. No vale lo que se oiga por televisión, sólo cuenta la interacción lingüística.

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