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El arte del aprendizaje

Erika Ballester Palmero

Publicado el 28/10/2018 20:10

La educación se fundamenta en una primera estructura: el vínculo que une al docente con el alumno o a los padres con los hijos. Ahora bien, ese docente que aparece en nuestra vida, no siempre se encuentra en el marco de una escuela frente un grupo clase ofreciendo una serie de contenidos establecidos en un currículo. Según este documento, el alumno debe desarrollar a lo largo de la educación primaria unos estándares mínimos llamados competencias básicas, es decir, debe aprender a desarrollar sus habilidades para llegar a ser una persona competente.

¿Y qué significa ser una persona competente?

Tal y como se plantea en el currículo, el alumno ha de desarrollar sus habilidades y capacidades mediante la actuación educativa, adquiriendo conocimientos que pueda aplicar a cualquier área de su vida. Hablamos pues de una educación basada en el trabajo cooperativo, un marco escolar inclusivo y una metodología basada en proyectos.

¿Cómo aplica el alumno su competencia?

Para mi parecer y bajo mi experiencia como docente podría decir que por arte de magia. Un alumno que ha elaborado diferentes rutas de pensamiento frente a un desafío intelectual refleja una competencia básica que va estrechamente vinculada a la supervivencia: el ingenio. Con ello me refiero a que frente un problema el alumno no contempla una opción válida y otra no válida, sino que elabora diferentes opciones y muestra flexibilidad a la hora de resolver. La respuesta la tenemos en la plasticidad cerebral y en el aprendizaje holístico, empujado por el pensamiento divergente. Es el momento de sacar la varita mágica y elaborar con astucia y creatividad una opción que no nos ha sido dada. Es en este momento donde se nos despertará el interés y la motivación, haciendo que se active el sistema límbico y haga de esa exploración una nueva ruta de aprendizaje. Nuestro cerebro funciona en red y se divide en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo. A su vez podríamos dividirlo en cuatro áreas: lógica, acción, creatividad y sentimiento (según conclusiones de la Dctora. Luzardo de SIAP).

Aprender es hacer sinapsis

Los reporteros del cerebro son los neurotransmisores o mediadores químicos de las neuronas. Ellos actúan comunicando neuronas entre sí y dándole vida al pensamiento; así, la endorfina, es uno de los reporteros que media el placer y el dolor. Otro reportero importante para el aprendizaje es la acetil-colina, mediador de los procesos de memoria. Se concluye entonces que la interacción entre neurona emisora y receptora produce un efecto: memoria, atención y relajación, y la magia es la actividad perfecta para potenciar estas capacidades.

¿Qué pasa cuando no me motiva el objeto de estudio?

Si el objeto de aprendizaje no me motiva es porqué no siento una vinculación directa, es decir, no lo encuentro significativo. Es el momento de exponer objetivos, metas y sacar la brocha para colorear, a nuestro modo, ese camino que nos llevará a lograrlos. Es uno de los momentos más complejos del proceso pero donde se da el auténtico aprendizaje. Se trata de motivarnos con aquello que amamos, y esa conexión será el motor que empuje nuestro hacer. Para ello, las reporteras encargadas de accionarse serán la dopamina y la endorfina, que a su vez despertaran el sistema límbico conocido como el sistema de las emociones.

La atención es un proceso de alarma, orientación, identificación y decisión. Si el objeto de estudio que tenemos delante nos es motivador, nuestra atención será sostenible y entrará en acción la noradrenalina, guardiana de la atención.

¿Por qué hablar de desaprender para aprender?

Para poder responder más detalladamente a esta pregunta deberíamos hacer un pequeño estudio de la evolución de la escuela a la vez que del concepto de pegadogía. Autores como Rudolf Steiner ya se cuestionaban cómo enseñar de manera holística para que el alumno desarrollara al máximo sus habilidades como ser humano, en consonancia al desarrollo del cuerpo, mente y espíritu. Otros autores, como Ken Robinson, nos propone desarrollar esa creatividad mediante la búsqueda del elemento, lo que podríamos equiparar a elaborar magia sin trucos, sino magia a través del arte.

Buscando magos

 Antonio Díaz, El Mago Pop declaró en una entrevista que su propósito como mago es hacer que la gente se ilusione. Afirma que la verdadera magia es la vida misma y que nunca hay que dejar de soñar. El sueño despierta nuestro subconsciente y crea historias sin necesidad de esfuerzo. ¿Por qué no usar la “técnica del sueño” para ilusionarnos con un proyecto o un cambio?

Ambas ideas han sido debatidas a lo largo de la historia, incluso escritores, filósofos y periodistas como Carles Rovira han expuesto que no hay que educar con la intención que nuestros alumnos adquieran habilidades para ganarse la vida en un futuro, sino que hay que valorar la vida como un premio y que simplemente, nuestro propósito como educadores es enseñar a vivirla.   

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