Mayéutica
La mayéutica o método socrático, es la metodología ideada por Sócrates para llegar a la verdad a través del diálogo. Para el filósofo, la verdad y el conocimiento son inherentes a la razón y es a través del intercambio de preguntas que podemos iniciar un proceso de reflexión personal, de despertar de la consciencia y de la curiosidad, que abra nuestra mente y nos lleve a descubrir de manera autónoma la respuesta a las cuestiones planteadas.
El término proviene del griego maieutiké y se traduce como “el arte de partear”. Sócrates utilizó el término en un sentido metafórico para describir el método mayéutico como el arte de dar a luz el conocimiento. La raíz del término encierra ya la concepción socrática de la verdad como parte constituyente de nuestra mente y de nuestra razón, por tanto, solo debemos ayudarla a salir a la luz.
Del mismo modo que la partera ayuda a las mujeres a afrontar el dolor del parto, el maestro acompaña al alumno a explorar su alma conociendo la sabiduría que ya se encuentra en él. En la base del método socrático, el debate se concibe como instrumento para desestructurar las ideas preconcebidas del mundo y para alejarnos de una concepción de lo real basada en falsas opiniones. El objetivo del método persigue que el alumno llegue a una consciencia profunda de sí mismo y del mundo que le rodea. El enfoque socrático en educación vislumbra el papel de la libertad individual del alumno, mientras que la mayéutica sirve como instrumento de los educadores para hacer libres a sus alumnos formándoles en el pensamiento autónomo.
El diálogo con los otros y con uno mismo que constituye la base del método socrático se desliga de la famosa frase del oráculo de Delfos: “conócete a ti mismo”. Esta concepción del conocimiento plantea que solo a través de la consciencia de nuestra propia esencia seremos capaces de conocer el mundo que nos rodea.
Para llevar a la práctica esta búsqueda de la verdad, Sócrates plantea en su método tres momentos principales. En primer lugar, encontramos la crítica. Solo aquel que es consciente de su ignorancia puede abrirse al conocimiento. Aceptarse ignorante motiva la curiosidad y genera la necesidad de cubrir el vacío, no podemos enseñar nada a quienes creen saberlo todo. “Solo sé que no sé nada” pronunciaba sabiamente el filósofo como modo de apertura a la verdad. Los ojos del filósofo deben mirar la realidad como si nunca antes la hubiesen visto, solo librándose de las ideas preconcebidas podemos descubrir el mundo por nosotros mismos. El segundo momento del diálogo es la ironía. La ironía es una técnica oratoria a disposición de los filósofos para hacer caer en contradicción a sus interlocutores. Si en la base de tus respuestas radica una contradicción quiere decir que no ha llegado al conocimiento de la verdad. La contradicción desvela las fallas de nuestro pensamiento. Por último, en el tercer momento del diálogo socrático, encontramos la mayéutica propiamente dicha. Aquí subyace la reflexión en torno a la figura del filósofo o del maestro. Aquel que enseña no debe llenar las cabezas de sus alumnos con ideas o conocimientos ya establecidos, al contrario, el maestro debe guiar a sus alumnos para que ellos mismos sean capaces de alumbrar la verdad, es decir, generar en ellos la capacidad de auto educarse.
Esta metodología contempla algunos aspectos educativos que todavía perviven hoy en día y que son de terrible actualidad. Podemos entender la mayéutica como la primera concepción de un aprendizaje colaborativo, en la que el profesor pierde su autoridad para convertirse en guía, dejando a los alumnos ser el centro del proceso de enseñanza aprendizaje. Además, el método socrático persigue que los alumnos sean autónomos en su búsqueda del conocimiento, perspectiva educativa que hoy en día se ha puesto de relieve considerando la competencia de aprender a aprender como una de las competencias basilares de cualquier currículo educativo.
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