Muchas personas que se dedican a la educación son muy críticos con la poca innovación en los centros escolares. Los avances tecnológicos se van introduciendo en las aulas pero muy lentamente, por no hablar de las metodologías usadas en las aulas españolas donde abundan las clases magistrales, sobre todo cuando los centros escolares se encuentran en zonas rurales o con un entorno social menos favorable.

Estas diferencias en las aulas entre clases sociales o entre zonas rurales y zonas urbanas no es algo actual o que podamos relacionar con la actualidad. Uno de los ejemplos más claros del siglo pasado es Lorenzo Milani y el desarrollo de la escuela de Barbiana.

En esta época, la pobreza y la guerra estaban a la orden del día. Estos problemas no hacían más que acrecentar las desigualdades sociales de dicho país. Cuando Milani llegó a Barbiana, se dio realmente cuenta de las grandes desigualdades que había entre los niños de familias más acomodadas y la de los niños de familias más pobres.

Era una escuela que estaba dirigida sólo a los niños ricos, que no estaba destinada a cubrir ninguna deficiencia del mundo centrándose sólo en el desarrollo y en la formación de estos niños.

Algunas de las causas por las que los niños de familias más desfavorecidas no podían desarrollarse era por la situación personal de sus familias. Sus padres tampoco habían recibido una educación, por lo que no eran capaces de poder ayudarlos con los deberes, así como animarles a seguir estudiando o leyendo al no tener de medios como por ejemplos libros en casa.

Además, esa falta de educación, no solo en su familia, sino en el pueblo en general le llevaba a que no se avanzara en el tiempo usando una forma incorrecta de expresión a la hora de hablar y que el tiempo libre con el que contaran los niños no supieran cómo utilizarlo, ya que la mayoría del tiempo se tenían que encargar de las tareas de la casa o de ayudar a sus padres en sus trabajos.

Milani quiso cambiar con todo esto cuando llegó a Barbiana, por lo que creó una escuela que rompía totalmente a lo que estaban acostumbrados con las escuelas tradicionales. Esta escuela era totalmente gratuita, de manera que Milani rompía con la tradición de que la escuela no era para las familias pobres.

En estas nuevas clases no había aprobados ni suspensos, ni listos ni tontos. Todo el alumnado estaba capacitado para poder estudiar, por lo que no había diferenciación entre ellos. Todas las clases eran al aire libre, no había un aula tal y como estamos acostumbrados ahora.

La organización de esta clase era muy horizontal, ya que todos aprendían de todos. El profesor era el comunicador del saber, seleccionando las actividades y las situaciones que se darán para que se produzca el aprendizaje.

La mayoría de los materiales y recursos utilizados eran improvisados, ya que dicha escuela no contaba apenas con recursos. Uno de los recursos más utilizados era el periódico. Además, Milani intentaba enseñar por medio del espíritu crítico, y así basaba muchas de sus clases sobre todo con las materias relacionadas con la Historia, lográndolo por medio de lecturas críticas.

Como hemos dicho anteriormente, la mayoría de las clases eran al aire libre, por lo que las actividades que se llevaban a cabo eran por medio de trabajos manuales y artísticos así como por medio de la observación de la naturaleza.

Pero además, Milani llevaba a cabo otro tipo de escuela al que no estamos acostumbrados, ya que esta escuela tenía un horario bastante completo. Nada más y nada menos que 12 horas diarias los 365 días al año, por lo que los niños no disponían de días festivos ni de vacaciones.

Os invito a que visualicéis un pequeño documental sobre Milani y la escuela Barbiana titulado “adiós, Barbiana”. Os dejo el enlace de la primera de las seis partes para que vosotros mismos juzguéis el tipo de educación seguida en aquel momento y si las ideas que seguía son aplicables hoy día.