De manera recurrente la presencia de alguna necesidad específica de apoyo educativo (NEAE) en un hijo/a hace que los familiares piensen que sus hijos/as no llegarán a desarrollar ciertas habilidades lo que los lleva a perder la confianza en ellos/as y en sus posibilidades.

La detección de algún tipo de discapacidad o trastorno supone para la familia pasar por una serie de fases, las cuales se describen a continuación:

1. Fase de shock: esta se trataría de la primera fase por la que pasan las familias y se trataría de una reacción de defensa que surge tras el diagnóstico. En este momento, lo que ocurre es que se amortigua el sufrimiento ante este hecho y tienden a posponer parte de ese dolor. En esta fase, es recurrente que asistan a distintos especialistas ya que tienen la esperanza de que alguno les diga que existe una cura para su hijo.

2. Fase de negación: en esta fase las familias comienzan a asumir la nueva situación, si bien es cierto que continúan buscando respuestas, esperando un “milagro” o incluso deseando regresar al momento en que su hijo/a aún no había nacido. En cierto modo lo que quieren es tener una realidad paralela en su imaginación que les genera cierta sensación de control.

3. Fase de reacción: en esta fase se empiezan a dar los primeros pasos para llegar a la aceptación. En concreto, la familia comienza a entender que tener un hijo/a con necesidades educativas especiales no tiene porqué suponer un problema. Cuando se va llegando a la compresión de esta nueva situación y se comienza a asumir que el diagnóstico es definitivo, se produce en los padres una gran sensación de tristeza, vacío e incluso cansancio físico. En esta fase, la validación de esas emociones y la comprensión de las personas que les rodea es fundamental ya que probablemente una vez que se manifiesta y expresa ese dolor será posible llegar a la última fase, la aceptación.

4. Fase de aceptación: esta última fase las familias son capaces de afrontarse a la realidad y traspasan el dolor para abrirse a nuevas oportunidades. Comprenden que su hijo/a tiene ciertas dificultades o limitaciones, pero también comprenden que poseen ciertas capacidades que pueden fomentarse. Esa fase no es un momento feliz para los padres, pero sí comienzan a sentir cierta sensación de paz.

Además de lo señalado, es fundamental que en el ámbito educativo las familias del alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo se involucren en el aprendizaje de su hijo/a promoviendo ciertas conductas como pueden ser las siguientes:

     - Los padres deben ofrecer apoyo afectivo y emocional a sus hijos/as de manera que se reconozcan sus logros, se fortifique su autoestima y se estimule el desarrollo del alumno/a.

     - Es importante que las familias confíen en los profesionales especialistas con los que cuentan los centros educativos.

    - Es fundamental que los padres se impliquen de manera activa en las actividades que lleva a cabo el centro educativo por ejemplo implicándose en el desarrollo de proyectos e iniciativas que realicen o yendo a tutorías o entrevistas con alguno de los miembros de la comunidad educativa.

     - Resulta esencial que los padres ofrezcan al centro educativo toda la información posible sobre la evolución de su hijo/a así como del entorno familiar con el que cuenta.

     - Además, es importante que realicen un seguimiento  de forma continua del trabajo escolar, de las tareas y de las actividades de estudio personal del hijo/a, generando siempre apoyo y asesoramiento al alumno/a.

A modo de conclusión se puede decir que las familias deben abogar por el fomento de las habilidades y aptitudes de sus hijos/as con NEAE, brindándoles siempre la oportunidad de evolucionar en el ámbito personal, educativo y social, con la finalidad de lograr su autonomía e integración en la sociedad.