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Coeducación infantil en las Aulas

MARIA TERESA FERNANDEZ GALLEGO

Publicado el 22/11/2013 08:11

El uso diferente de los espacios por parte de niños y niñas es una realidad, no una intención u obligación impuesta o pretendida por nada ni nadie. A este respecto, Marina Subirats (1988) explica que tanto unos como otras utilizan los espacios de forma muy distinta, y que ello se debe al refuerzo que ambos reciben por parte de las expectativas sociales sexistas. El equipo docente deberá plantear de forma común los pasos a seguir, ya que aunque este trabajo se realiza en el aula, hemos de tener en cuenta la necesidad de que exista el máximo consenso posible sobre las estrategias de actuación entre todo el profesorado, facilitando así que el alumnado reciba las mismas pautas educativas a lo largo de su escolarización en un mismo centro. El educador ha de vigilar las pautas de interacción con el alumnado para no marcar las expectativas a cada uno de ellos según su sexo. Dichas perspectivas dan lugar a que en función de ellas, sean los mismos profesores quienes recriminen y juzguen más negativamente a los chicos, debido a su tendencia a ser más problemáticos e inadaptados que el grupo femenino. Así, las expectativas del profesorado parten de ideas preconcebidas que acaban por convertirse en la guía de sus percepciones hacia los comportamientos de sus alumnos y alumnas, actuando así de manera selectiva hacia ellos y como si de verdaderas profecías autocumplidas se tratara. De esta forma, los aspectos que se transmiten como valiosos para todo el alumnado en la escuela actual son aquellos que tradicionalmente se han asociado al comportamiento masculino: materialismo, competitividad, objetividad, intelectualismo, capacidad de deducción, etc., valorándose más éstos, que otros como la cooperación, la afectividad, la subjetividad o la intuición, más asociados al grupo femenino. Ahora bien, si lo que pretendemos es que niños y niñas asuman desde que nacen la responsabilidad de realizar equitativamente todo tipo de trabajos, los educadores han de establecer en su clase esta igualdad independientemente de la actividad que se lleve a cabo, con el fin de eliminar o al menos disminuir la discriminación basada en el género.      

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