El proceso educativo a lo largo de la historia, se ha ido modificando conforme pasan los tiempos y de acuerdo a las necesidades que presenta la sociedad en determinado momento. Sin embargo, los maestros del siglo XXI con alumnos del siglo XXI, no podemos pretender educar a los estudiantes de acuerdo a cómo fuimos educados nosotros en el siglo pasado. En primera instancia porque el contexto mundial de la sociedad globalizada en que vivimos hoy, ya no permite sólo saber o conocer. Y en segundo lugar, porque los alumnos con los cuales trabajamos día a día parecen tener integrado un chip completamente remasterizado y con otro nivel de pensamiento muy diferente que ya no va acorde al siglo pasado. Son más críticos y no se convencen tan fácilmente de cualquier cosa, además de contar con algún aparato electrónico (entiéndase celular, tableta, computadora, etc) que les permite tener acceso a cualquier información o persona en segundos, aún encontrándose en lados opuestos del planeta.
Considerando todo lo anterior, esto nos lleva a cuestionarnos sobre, si es que los maestros estamos dando batalla a los alumnos ávidos por aprender y les estamos dotando de todas las habilidades y competencias posibles para desenvolverse en un mundo tan cambiante, o simplemente nos estamos dejando llevar por la corriente haciendo como que hacemos, pasando el tiempo y fingiendo ante todos que estamos desempeñando nuestra profesión. Sin olvidar claro, que el dichoso pretexto “yo vengo a enseñar y que aprenda el que quiera” es tan sólo un argumento vil para escudarnos de nuestra falta de ganas para cumplir como se debe. Entonces, qué tipo de maestro quieres ser o cómo quieres que te vean los demás.
Pues bien, una vez entrados en contexto, ahora podemos empezar a entender qué es ser un alumno y un maestro de clase mundial. Y es que, aún cuando nuestra principal preocupación y punto de enfoque sea el alumno y él mismo debe alcanzar la meta cognición, el profesor no puede deslindarse de la gran responsabilidad que tiene en sus manos como agente formativo de futuros ciudadanos del mundo. Las preguntas inmediatas serían ¿cómo debe ser un maestro de clase mundial? y ¿cómo puedo saber que estoy formando alumnos de clase mundial?
Para iniciar y después de observar a varios individuos de diferentes materias en diferentes escuelas, independientemente del lugar donde se encuentre, un maestro de clase mundial debe amar su labor y mostrar pasión en lo que hace, ser congruente con lo que piensa, hace y dice, predicar con el ejemplo, conocer a sus alumnos como a la palma de su mano y ser lo suficientemente observador y sensible como para darse cuenta de que esos seres humanos con los que trabaja son únicos y son sobre todo humanos, deben tratar a sus alumnos de manera equitativa sin hacer distinciones y motivar aún más a aquellos que parecieran estar escondidos.Ser maestro de clase mundial es formar personas íntegras que sepan qué hacer con los conocimientos que se les facilitan y cómo ser ciudadanos; es brindarles todas las herramientas necesarias para que en un futuro inmediato puedan desenvolverse exitosamente en cualquier ambiente. Los maestros de clase mundial quieren superarse y ser mejores cada día porque eso les llena el alma, responden a altos estándares y saben que los estudiantes a su cargo son diamantes en bruto listos para pulirse y brillar en el momento que se tengan que enfrentar a la vida real. Cuando quieres ser un maestro de clase mundial, conoces lo que haces, motivas a otros a integrarse en un trabajo colaborativo, sacas lo mejor de los recursos con los que cuentas, reflexionas sobre tu práctica y nunca dejas de aprender. Nadie los obliga a hacer lo que deben de hacer porque siempre están creando y su mente nunca para.
En cuanto a los alumnos de clase mundial, deben saber ser, saber aprender y saber hacer. Deben de ser individuos capaces de desenvolverse en una sociedad diversa, equipados con mejores herramientas para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más cambiante. Los alumnos de clase mundial actúan con pasión y persiguen sus sueños, son comprometidos con ellos mismos, con el ambiente y con la sociedad proponiendo soluciones a problemas que atañen a todos porque les interesa vivir en un mundo mejor y están en posibilidades de seguir aprendiendo para superarse y alcanzar la cima. Un alumno de clase mundial pone en movimiento sus saberes y busca conexiones con las situaciones diarias sin esperar que le caiga la solución del cielo, sabe que es responsable de sus acciones y es crítico ante cualquier información. Las tecnologías de la información no son problema puesto que usan los gadgets naturalmente y con pleno conocimiento. Los alumnos de clase mundial son seres íntegros, con valores, personas humanas preocupados por ellos y por el bienestar de los demás, saben que los errores son tan sólo una oportunidad para aprender y mejorar, lo cual los lleva a querer estar en lo más alto de las características deseables de un estudiante que sabe desempeñarse en un mundo globalizado. Los alumnos de clase mundial valoran lo que tienen y se esfuerzan por conservarlo, ya que sus familias han trabajo duro para brindarles una buena calidad de vida; los alumnos de clase mundial simplemente quieren ser felices y ser alguien en la vida para poder vivir tranquilos en un mundo mejor, la negativa no tiene cabida en su mundo porque saben que todo tiene una razón de ser y confían en que los adultos responsables de ellos como los padres de familia y los maestros les apoyarán para lograr sus metas.
Finalmente, después de haber leído estas líneas y haber hecho una introspección y reflexión interna profunda, quedan algunas preguntas por hacer y sacar nuestras propias conclusiones. ¿Qué estoy yo dispuesto a hacer para ser un agente de cambio responsable y ético? o ¿Cuál es el precio que estoy dispuesto a pagar por seguir en mi zona de confort? No olvidemos que nuestros alumnos serán los futuros adultos que manejarán países y serán creadores de mejores o peores condiciones. Afortunada o desafortunadamente, cuando uno es maestro es inevitable influir en la vida de los demás. ¿Cómo queremos ser recordados? ¿En qué condiciones queremos vivir en un futuro nuestra vejez?
