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Prevención de las adicciones en el aula a través del arte y las metodologías participativas

Clara Romero Mena

Publicado el 02/04/2020 21:04

Existen diversas clasificaciones sobre las adicciones, pero, según Álvarez y Santos (2018), nos encontramos con  depresores (alcohol, tranquilizantes, sustancias volátiles y opiáceos), psicoestimulantes (cocaína, anfetaminas, cafeína, nicotina), sustancias perturbadoras (alucinógenos, fenciclidina y cannabis) y adicciones no relacionadas con sustancias (juego patológico). Si nos centramos concretamente en las drogas, según Kramen y Cameron (como se citó en Álvarez y Santos, 2018), estaríamos haciendo referencia a cualquier sustancia que se introduzca en un organismo vivo y tenga la capacidad de modificar alguna de sus funciones.

De manera general, según Gossop (1989), la conducta adictiva se fundamenta en cuatro aspectos: deseo o impulso por llevar a cabo la conducta -principalmente cuando es improbable que ocurra-, dificultades para el controlar conductas, sentimiento de malestar cuando no es posible realizar la conducta y la continuación de la conducta adictiva aun teniendo la evidencia de que es perjudicial para sí mismo. Hay que atender también a las diferentes variables que, según Galizio y Maisto, intervienen en las adicciones: el objeto de la adicción, la persona, el contexto y las relaciones que se establecen entre todas estas (como se citó en Álvarez y Santos, 2018).

En cuanto al proceso de la adicción, al principio, las conductas adictivas se mantienen bajo el deseo de obtención de placer a corto plazo. No obstante, conforme vamos tomando contacto con el objeto de adicción, las consecuencias pueden ser bastante perjudiciales, hasta el punto de llegar a controlar la vida de la persona en todos sus ámbitos de desarrollo (Cía, 2013). Según Corominas et al. (2007), además de esto, se produce un “desinterés hacia conductas, experiencias y placeres alternativos que antes habían formado parte de la vida del individuo afectado” (p. 23).

La edad de iniciación en el consumo de drogas, según un informe del Observatorio Español de las Drogas y Toxicomanías se sitúa entre los 13 y 15 años, siendo el alcohol y el tabaco las que se consumen a edades más tempranas, por lo que realizar una intervención en infancia y adolescencia sería de gran importancia (OEDT, 2016). Así, surge la necesidad de educar en la salud y los estilos de vida saludable, realizando programas preventivos de las conductas adictivas que se apoyen en modelos psicosociales o biopsicosociales (Álvarez y Santos, 2018). Es de especial relevancia la prevención debido a que “la adicción es uno de los mayores problemas de salud que tienen planteados los países occidentales” (Corominas et al., 2007).

Ahora bien, ¿por qué no innovar en la forma de prevenir estas conductas? Las herramientas artísticas ofrecen una amplia gama de posibilidades con las que realizar un aprendizaje más cercano a los intereses de los jóvenes  y es interesante basarse en una metodología participativa a través de la cual el conocimiento se construya a partir de las motivaciones del alumnado. De esta forma, el niño/a construye el conocimiento dándole sentido al mundo (Bruner y Haste, 1990). ¿Cómo se hace esto?

En lugar de dar una charla  o una clase magistral sobre los tipos de adicciones que existen, los factores de riesgo y protección y las consecuencias que provocan, se pueden realizar debates que reflejen las propias experiencias del alumnado, las vivencias que conozcan de personas cercanas, los conocimientos que tengan sobre lo que han visto en los medios de comunicación, etc. Se trata de generar pensamiento crítico a través del diálogo con los demás y contrastando nuestras experiencias con las de otras personas. El papel del docente sería, en todo caso, favorecer un clima de respeto dentro de estos diálogos y compartir sus propias experiencias con los jóvenes, guiando así el conocimiento desde lo particular hacia lo general en un ambiente de aprendizaje inductivo o aprendizaje por descubrimiento (Bruner y Haste, 1990).

A partir de unas primeras reflexiones, se pueden trabajar ciertos aspectos desde las artes plásticas, por ejemplo, realizando un collage con recortes de revistas sobre qué significado tienen las adicciones para los alumnos y alumnas y explicándolo después a sus compañeros/as. En cuanto a las artes escénicas, pueden representarse situaciones en las que se reflejen las consecuencias de tomar una droga y aportar ideas sobre otros modelos no consumidores. También pueden realizarse cortometrajes en grupos, análisis grupales de vídeos, bailes que expresen emociones de una persona que presente una adicción o de las vivencias de su entorno, continuación de narraciones a partir de un principio, lluvias de ideas respecto a una canción, análisis de personajes famosos que hayan mostrado conductas adictivas, etc.

Con esta forma de plantear la prevención de las adicciones, podrían producirse beneficios en el alumnado como la mejora de la creatividad, la autoestima y autoconcepto al valorarse como importantes todas las respuestas del alumnado, la motivación, el desarrollo de las inteligencias múltiples, la cohesión grupal, las interacciones entre docente-alumnado, etc.

Además de aprender sobre la temática elegida, se podrían dar mejoras en los procesos intragrupales, interpersonales e intergrupales dentro de los subgrupos que se formasen para el desarrollo de actividades. Es tarea docente innovar constantemente en los procesos de aprendizaje, favoreciendo un aprendizaje significativo y utilizando las herramientas disponibles en el entorno para mejorar la calidad del sistema educativo.

 

Referencias

Álvarez, M., y Santos, J. L. (2018). Trastornos relacionados con sustancias y otras adicciones. En Centro de Documentación de Estudios y Oposiciones. Manual CEDE de preparación PIR (79-144). Madrid, España.

Bruner, J., y Haste., H. (1990). La elaboración del sentido. La construcción del mundo por el niño. Madrid: Paidós.

Cía, A. (2013). Las adicciones no relacionadas a sustancias (DSM-5, APA, 2013): un primer paso hacia la inclusión de las Adicciones Conductuales en las clasificaciones categoriales vigentes. Revista de Neuro-Psiquiatría. 76(4), 210-217.

Corominas, M., Roncero, C., Bruguera, E., y Casas, M. (2007). Sistema dopaminérgico y adicciones. Revista Neurológica. 44(1). 23-31.

Gossop, M. (Ed.) (1989). Relapse and addictive behaviour. Londres: Routledge.

Observatorio Español de las Drogas y Toxicomanías (2016). Estadísticas 2016: Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Madrid. http://www.pnsd.mscbs.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/informesEstadisticas/pdf/2016_INFORME_OEDT.pdf

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