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La solución para el profesorado: la imaginación didáctica

Maria Pilar Garrido

Publicado el 19/09/2013 11:09

El curso escolar ya ha dado su pistoletazo de salida y son muchos los alumnos y el profesorado que acude a la “vuelta al cole” con una gran desmotivación. La razón de esta falta de motivación es bastante obvia: volver a repetir los mismos contenidos y la misma secuencia de éstos una vez más, sabiendo que el año que viene será igual.

Definiendo esas características sabemos que estamos hablando, claro está, del aprendizaje por contenidos o metodología tradicional. Ya hemos hablado en alguna que otra ocasión sobre la importancia de no solo transmitir los conocimientos sino también actualizar la metodología a las necesidades del alumnado, ya sea por medio de las nuevas tecnologías o por actividades y juegos que se salgan de lo estrictamente rutinario.

Pero es que no hay mayor verdad que la sociedad de hoy día necesita de unos docentes que se encuentren actualizados y que no escaseen en creatividad. Con estos pequeños ingredientes lograremos incluir en las aulas la imaginación didáctica.

La imaginación didáctica consiste en la capacidad de interrelacionar una característica novedosa o una idea nueva en la tarea de enseñanza-aprendizaje. Este tipo de actividad se puede dar principalmente, en la construcción y diseño de actividades, es decir, se actualizan las diversas actividades programadas sumándole además la integración de relaciones novedosas que nadie había visto.

Este tipo de metodología necesita de un profesorado creativo y arriesgado, ya que todos sabemos que lo novedoso siempre tiene sus detractores y sus negativas, y la imaginación didáctica no es para menos. Dejar a un lado las clases tradicionales en las que un profesor se pone delante de sus 30 alumnos (siendo optimistas) y comienza por la primera página del primer tema hasta acabarlo es difícil, y más en una sociedad como en la que nos encontramos ahora que lo que premia es tener muchos más conocimientos y sacar muchas mejores notas que nuestros vecinos europeos.

Pero que esto no sirva como una crítica a la trasmisión de conocimientos ni mucho menos, sino como una llamada al profesorado para que adapten esos contenidos a los gustos de los niños, así como a sus necesidades para que la vuelta al cole no sea una carga ni para ellos, ni para el profesorado.

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