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De la praxis a la literatura en el aula

María Avilés

Publicado el 27/03/2022 14:03

Literatura

Dímelo y lo olvidaré,

 muéstramelo y lo recordaré,

involúcrame y lo aprenderé.

Confucio.

 

¿Cómo enseñar literatura en el aula? ¿de qué modo despertar interés por la lectura, en una etapa donde la inmediatez se muestra como único recurso para la supervivencia? El lector se hace y su relación con la lectura también. Pero, ¿bajo qué estrategia?

La necesidad de obtener respuesta ante estas preguntas, que emergen del aula de “Lengua castellana y literatura”, exige el menester de reflexionar sobre el enfoque que está siendo utilizado por parte de la sociedad educativa en las aulas.

El modo de transmitir literatura ha sufrido múltiples modificaciones durante los últimos tiempos, pues cada vez son más las herramientas tecnológicas que trabajan para exponer contenidos de un modo atractivo, en un espacio de tiempo reducido. Sin embargo, la asimilación de cambios en la superficie no garantiza una modificación real en la forma de transmitir conocimientos: el implante de aplicaciones interactivas o la llegada del metaverso no puede generar ningún efecto sobre el alumnado, si no se va más allá del mero proceso de mecanización.

El objeto literario no puede ser entendido como la suma de conocimientos, que deben ser repetidos y memorizados hasta la saciedad. No debe ser comprendido como una fórmula matemática o como una sucesión de datos históricos, pues sus objetivos se escapan de una estructura compuesta por elementos fijos e inamovibles. La literatura debe transmitirse para ser leída, pues sin lectores su existencia desaparece. Por ello, resulta preocupante el extendido burn out literario que se desprende por parte del alumnado y que filtra la posibilidad de leer como una especie de castigo.

Tal vez, los principales motivos que incentivan esta situación se encuentran fuertemente relacionados con los estímulos que promueven la lectura, pues existe una imperiosa cultura que traduce la posibilidad de leer en la mera oportunidad de aprobar un examen. Así, se desconecta al estudiantado de sus gustos personales y se genera una tendencia a entender el objeto literario como una constante obligación.

Durante el proceso de creación literaria es innegable un constante juego con el lenguaje. Al fin y al cabo, se trata de un instrumento vivo que permite a los hablantes comunicarse entre sí, por lo que podría decirse que su principal finalidad es práctica. Entonces, ¿por qué se presenta al estudiantado como un elemento teórico y desconectado de su vida?

Las palabras deben ser vistas como un balón de fútbol (J. M. Rodríguez, 2021) y, dado que a ningún niño se le otorgan apuntes teóricos sobre cómo debe llevarse a cabo el uso de una pelota en el campo de juego, durante la manipulación de palabras tampoco. Para ello, es necesario permitir al alumnado una conexión libre con los elementos que conforman su lexicón y, dependiendo del uso que desee exteriorizar, jugar con la organización de un modo u otro; entendiendo así el lenguaje como un elemento que va desde la praxis hasta la teoría.

Aunque pase desapercibido, la realidad práctica que exige al alumnado un juego constante con el lenguaje se pone de manifiesto a través de las redes sociales, pues se exige que en un número delimitado de caracteres se transmita un mensaje concreto, cotidiano y actual. Si este hecho se conecta con las aulas, un tuit puede ser relacionado con la figura del haiku, pues no se pueden utilizar más de diecisiete sílabas para hablar de un instante. Así, a través de la práctica se puede acceder a conocimientos teóricos como, por ejemplo, puede ser la métrica.

La posibilidad de familiarizar al alumnado con las múltiples posibilidades que ofrece el uso de la lengua exige, por parte del docente, un alto grado de implicación: es él quien debe pulir las habilidades del alumnado, teniendo en cuenta las necesidades personales de cada uno.

Para ello, se puede hacer uso de la técnica design thinking (Arias Flores, Jadán Guerrero y Gómez Luna, 2019), que tiene sus orígenes en el entorno del marketing y se trasladada a la enseñanza bajo la pretensión de aportar una solución a los problemas individuales que surgen durante el proceso de aprendizaje: el docente adquiere una postura de leader, que actúa en base a las necesidades planteadas por el aula y se posiciona como un instrumento de mediación.

Este sistema de actuación toma eslogan Just do it e intenta que el estudiantado sea capaz de aprender de los errores acontecidos en el aula para conseguir una retroalimentación productiva, como puede apreciarse en el siguiente esquema:

Además, es innegable el planteamiento de una metodología integral en aspectos ligados a la gramática, pues es de interés el contenido, pero también su uso en la comunicación. Así, el método se adapta a las necesidades del alumnado y a las observaciones elaboradas durante el proceso de participación activa, que configura un papel fundamental durante la toma de decisiones por parte del docente.

La unión entre la literatura y las necesidades personales del alumnado ofrece la posibilidad de configurar su lengua y el uso que este hace de ella. Por ello, los conocimientos no pueden quedar en la superficie: es necesario que el docente guíe al alumnado en una conexión real con los elementos que configuran su lenguaje, para que este juegue con él y obtenga la posibilidad de crear otras realidades relativas a su presente. El objetivo no es crear artistas literarios en el aula, sino, más bien, crear un sentido práctico durante el proceso de aprendizaje de la literatura.  Al fin y al cabo, ¿no es esa la principal pretensión del objeto literario?

 

BIBLIOGRAFÍA:

Arias Flores, H., Jadán Guerrero, J.  y Gómez Luna, L. (2019). “Innovación educativa en el aula mediante Design Thinking y Game Thinking”, Hamut´ay, Vol. 6, Nº1, 82-95. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6974899

Rodríguez, J. M. (19 de octubre de 2021). La didáctica de la literatura en el siglo XXI [Discurso principal]. VII Festival internacional de poesía, Granada.

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