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Cómo crear una clase de inglés "cerebralmente" amena para adolescentes

María Salud Marco Melgarejo

Publicado el 29/03/2022 12:03

Clase de inglés

Crear una clase cerebralmente amena supone cambiar de forma radical la clase tradicional de instrucción directa, o magistral, en la que el profesor es el transmisor de conocimientos, además de ser el único protagonista, y el alumnado es receptor pasivo que toma notas sin mayor implicación en el aula. Para cambiar la metodología de enseñanza, los docentes debemos considerar el andamiaje de las clases, en las que se deben implementar los siguientes pasos: 1) llegar al alumnado; 2) reflexionar; 3) decodificar y recodificar; 4) fortalecer; 5) practicar; 6) repasar, y 7) recuperar.

En mis clases de inglés, cuando les introduzco un tema nuevo, realizo diferentes acciones para llegar a mi alumnado. Si por ejemplo les introduzco los verbos modales en inglés, comenzaré explicando brevemente en la pizarra el esquema que vamos a seguir en la clase. Suelo obtener buenos resultados para centrar la atención de mi alumnado en aquello que les voy a explicar utilizando organizadores visuales como esquemas, mapas mentales y líneas de tiempo. Por otro lado, suelo utilizar un vídeo introductorio (incluido dentro de una presentación audiovisual) para que se den cuenta de la importancia de la unidad gramatical que les voy a explicar. De alguna forma, los recursos audiovisuales captan su atención y les permiten centrarse en lo que están viendo y escuchando. Las herramientas audiovisuales tienen una función activadora en sus cerebros.

No obstante, antes de empezar cualquier lección es importante preguntarles cómo se sienten; en ocasiones, les propongo elegir algún tipo de actividad si la unidad didáctica comenzó días atrás, ya que podemos trabajar los contenidos y las competencias de maneras diferentes. De esta forma, me aseguro de que están mentalmente más descansados para hacer una actividad de mayor esfuerzo cognitivo, como una redacción bajo mi supervisión, o una canción, si la clase fuera viernes a última hora, después de toda el esfuerzo que han realizado durante la semana.

En segundo lugar, es necesario reflexionar sobre el nuevo contenido y, para ello, es preciso realizar preguntas (abiertas y bien dirigidas), además de ofrecerles tiempo suficiente para que las piensen. De hecho, en muchas ocasiones los pongo en parejas para que discutan sobre las preguntas o la pregunta que les he realizado tras el visionado del vídeo anterior. De este modo, me aseguro de que activan sus conocimientos previos y empiezan a manipular esos datos en su memoria de trabajo que, al fin y al cabo, deberán, con el tiempo, asociarse de múltiples formas y depositarse en su memoria a largo plazo. Una vez contestadas las preguntas sobre el vídeo, en las que requiero la participación activa de voluntarios para que expongan sus conclusiones delante del grupo, es momento de que explique los nuevos contenidos de una forma breve, sintética e impactante. Para conseguirlo, utilizo píldoras informativas, ya que la atención es, por regla general, limitada, sobre todo en el caso de los adolescentes.

A continuación, paso a que se produzca la decodificación y recodificación de la nueva información que tienen en sus memorias de trabajo y les pido que realicen un resumen o un esquema de forma muy breve, utilizando sus propias palabras y ejemplos representativos, y con significado para ellos, para que retengan mejor la información. Estas tareas que les solicito, las realizarán en horario de clase y me las entregarán cuando esta termine. De este modo, puedo diagnosticar problemas de comprensión y ayudarles en la próxima clase con una nueva explicación si fuera necesario. Las tareas de resumen o esquema son obligatorias, pero no tienen nota; así, me aseguro de que tienen unos recursos autogenerados para estudiar o consultar en cualquier momento.

En la siguiente sesión, hago una breve recapitulación de la clase anterior o les solicito que me refresquen la memoria. Por tanto, les ofrezco una oportunidad para reforzar lo que han aprendido en la clase anterior. Asimismo, les pregunto a todos si tienen dudas o preguntas y, si fuera necesario, volvería a explicar la lección de la sesión anterior. De esta forma, el fortalecimiento le da tiempo a la memoria de trabajo para generar los cambios sinápticos pertinentes para que dicha información se deposite en la memoria a largo plazo. No hay mejor forma de aprender que “hacer de profesores” de vez en cuando.

No obstante, la práctica hace la perfección y aunque en el libro de texto hay muchos ejercicios, siempre fotocopio materiales adicionales para que practiquen. Esta práctica la hacen en horario lectivo; sin embargo, siempre les cuelgo materiales adicionales en el Edmodo como por ejemplo: vídeos, enlaces de ejercicios interactivos que les permita su autoevaluación instantánea, además de otros archivos y resúmenes propios para que repasen todo lo que han visto en clase. De hecho, intento hacer la práctica y el repaso lo más variado posible, con ejercicios del libro, fichas, crucigramas, sopas de letras, juegos como Kahoot o Quizziz en equipos, role playing y debates, cuando la temática y los conocimientos previos de mi alumnado lo permiten. Intento facilitar esa asociación por múltiples vías utilizando mi cuerpo y mi voz (gesticulando, moviéndome y cambiando el volumen, el tono – la prosodia del discurso para que no se duerman-, constantemente), así como mediante la variedad de recursos que existen en la red. Además, juego con el factor sorpresa (o novedad) para estimular y motivar a mi alumnado desde el inicio de la clase.

Finalmente, la recuperación de dicho conocimiento dependerá de las pistas que proporcionemos a nuestro alumnado. Si no les hago conectar el conocimiento que tienen sobre los verbos modales con la siguiente lección, las oraciones condicionales por ejemplo, no recordarán el día del examen ni los verbos modales ni tampoco las condicionales. Para explicarles un nuevo tema, debo inducir y provocar la conexión del tema nuevo con el anterior, refrescándoles la memoria, haciéndoles preguntas sobre la unidad anterior para que sus cerebros puedan activar dicho conocimiento en su memoria de trabajo y puedan generar nuevas asociaciones. En mi caso, me sirve, y supongo que a mi alumnado también, comparar los ítems de gramática estudiados con los nuevos, además de destacar las similitudes entre los contenidos de las diferentes unidades. Para ello, es indispensable que se sientan cómodos en clase y hacerlos reír con alguna broma para “romper el hielo” y hacerles olvidar los problemas que tienen en casa. No suelo dramatizar mucho en clase, aunque sí recurro al humor para relajarlos y predisponerlos con una actitud más favorable hacia el aprendizaje.

 

 

Bibliografía:

 

Meza, L., y Moya, M. (2020). TIC y Neuroeducación como recurso de innovación en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Rehuso, 5(2), 85-96. Recuperado de: https://revistas.utm.edu.ec/index.php/Rehuso/article/view/1684

Pineda, K. (septiembre 2020). El andamiaje de clases cerebralmente amigables. Revista Para el Aula, 35, 33-34.

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