Elena Valenciano, diputada socialista, le ha preguntado al ministro de educación, José Ignacio Wert, qué es lo que espera conseguir el gobierno con la denominada “Ley Wert”. La respuesta del ministro no ha dejado a nadie indiferente. Wert afirma que “es de sentido común solucionar el elevadísimo abandono escolar y la alta tasa de repetición”, ya que “los repetidores encarecen extraordinariamente nuestra educación”.

Wert afirma que también se pretende “mejorar la calidad y la empleabilidad” de la educación española. Ha enfatizado que “al margen de las responsabilidad de tipo político o de cualquier otro tipo en la gestión educativa del pasado, quiero decir de los últimos 25 ó 30 años, nos interpela y nos exige a todos un esfuerzo por mejorar esa situación”.

El ministro afirma que con esta ley no se pretende segregar ni clasificar a nadie, ya que no hay peor segregación de consecuencias peores que el hecho de que una cuarta parte de los jóvenes españoles se queden “en la cuneta” refiriéndose a los jóvenes que no siguen estudiando tras la escuela obligatoria.

Pero eso no es del todo cierto. Realmente lo que se debería promover es el  aprendizaje  de este alumnado, no argumentando que este alumnado repetidor supone un gran gasto. ¿Y qué quiere decir con esto? ¿Qué es lo que se debe hacer con este alumnado entonces? Únicamente se está apostando en los nuevos cambios que se está produciendo en materia de educación por los estudiantes que sacan buenas notas, pero no se están siendo medidas para apostar por los que tienen más problemas o por los que no desean seguir con unos estudios universitarios.

¿Cuál es el futuro que se espera para ellos entonces? Se les está dando un papel secundario y por lo tanto se les está dejando de lado. ¿Consecuencias? Efectivamente, una clasificación entre el alumnado que se “merece” una beca y los que no.

Además, el ministro afirma que la mayoría de los estudiantes que repiten curso proceden de entornos socioeconómicos desfavorables. Y aquí llegamos al punto más crítico: estamos clasificando al alumnado por su situación económica no por sus dificultades en el aprendizaje. Lo único importante en esta nueva ley educativa son los resultados. El ministro está preocupado, pero porque todo el mundo saque sobresaliente, y eso, señor ministro, no es posible con el planteamiento que usted tiene.

Si efectivamente la gran mayoría del alumnado con fracaso escolar o abandono proviene de entornos socioeconómicos desfavorables o incluso de familias desestructuradas, lo único que se va a conseguir con esta política educativa es crear una mayor distancia entre estos alumnos y los de mejor rendimiento académico.

Y así no se soluciona un problema señor ministro. Muerto el perro, no se acaba la rabia. Se van a crear mayores problemas sociales y una mayor segregación social y esa no es la solución para el ideal social con el que todo el mundo sueña. Menos becas por excelencia académica y más preocupación por el alumnado que por una razón u otra no puede.

No se le puede dar la espalda a ningún alumno, y eso cualquier buen profesional de la educación lo sabe. Bajo mi punto de vista, lo único que ha conseguido el ministro con esas declaraciones ha sido remarcar que lo único que  desea es presumir que él ha sacado los mejores rendimientos académicos de los últimos 20 años en España. Pero esta situación no será nunca realidad.

No podemos excluir a ningún joven de nuestro sistema educativo porque como no paramos de repetir, la educación es un derecho público de todos, sea cual sea tu situación económica, personal, racial o familiar.