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Quien tiene un amigo tiene una vida feliz.

carmen ca

Publicado el 20/03/2019 10:03

Desde pequeños, los amigos proporcionan a nuestros hijos la oportunidad de “ensayar” lo que implica compartir, llegar a acuerdos, aprender a ganar, a tolerar frustraciones, a consolar, a perdonar… todas ellas competencias esenciales para nuestro desarrollo social y ajuste personal en la vida adulta. Las personas somos seres sociales por naturaleza, necesitamos de los demás, de los amigos para tener un desarrollo socioemocional sano y equilibrado. Estos amigos, si para nosotros, los adultos, son una parte muy importante de nuestra vida, para nuestros niños y adolescentes van a ser una parte esencial, especialmente en la adolescencia. En esta etapa las amistades son un pilar fundamental, incluso por delante de nosotros, los padres, pues van a cubrir su primera necesidad básica, la de pertenencia y aceptación por parte del grupo de iguales.

 

Es entre los 3 y los 6 años cuando los niños comienzan a tener en cuenta al otro en sus interacciones y los amigos comienzan a ser parte importante de su juego pero a esta edad aún no tienen integrado el concepto de lo que implica la amistad y los amigos van a variar de un momento a otro según la necesidad o interés del niño. Lo que a esta edad sí sabrán reconocer es que hay niños y niñas con los que especialmente disfrutan jugando y compartiendo actividades.

 

Va a ser a partir de los 6 años cuando comienzan a construir el concepto de amistad y a ir dando a los amigos el valor de alguien que les acompaña en los buenos y los malos momentos pero no será hasta la entrada en la adolescencia cuando los amigos se conviertan en el centro de la vida de nuestros hijos pues estos amigos van a convertirse en sus primeros confidentes, en su primer refugio para buscar consuelo y su primer recurso para pedir consejo.

 

Es cierto que no todos los niños tienen la misma facilidad para socializar, podemos encontrarnos ante niños muy tímidos u otros excesivamente impulsivos pero en ambos casos tendremos un denominador común: las escasas habilidades sociales.

 

Aquí, como padres, es esencial que, aunque a nuestro hijo le cueste integrarse o establecer relaciones adecuadas, nosotros hagamos todo lo posible por ofrecerle oportunidades de relación. Para ello te aconsejamos que invites a casa a otros niños o bien le apuntes a actividades que sean de su agrado e interés y que impliquen compartir tiempo y experiencias con sus iguales. Ello le sacará de su zona de confort y le obligará a ir desarrollando esas competencias sociales que aún le faltan.

 

En este punto es también muy importante que fortalezcamos la autoestima de nuestro hijo. Una autoestima fuerte le da alas para confiar en sí mismo; por el contrario cuando tenemos un bajo autoconcepto y el niño no se valora o no cree en sus capacidades, nos encontramos que acercarse a los demás supone una meta casi inalcanzable.

 

En todos los casos es importante diversificar su entorno social (urbanización, extraescolares, colegio…); ofrécele diferentes grupos de amigos que le abra a mayores posibilidades de socialización y, durante la etapa de la infancia, crea el clima de confianza necesario para que tus hijos compartan contigo confidencias sobre sus amigos. Ello será un factor de prevención de cara a la adolescencia, etapa en la que, seguramente, tu hijo ya no comparta tantos datos.

 

En la entrada a la adolescencia es importante mantener una actitud de alerta sobre los amigos con los que se relacionan los hijos pues sabemos de la gran influencia que las amistades tienen en esta etapa, especialmente en niños más inseguros pues tenderán a dejarse llevar por la presión del grupo con tal de ser aceptados. Todos conocemos a nuestros hijos y sabemos cuáles son los puntos débiles que tienen y que será necesario trabajar y reforzar en cada caso.

 

Los adolescentes, en general, tienden a elegir amigos que son parecidos a ellos en cuanto a intereses, gustos, aficiones y manera de ser. En este punto es muy importante que conozcas a sus amistades, les invites a casa y les integres en tu vida. Aunque haya algún amigo que no te guste en exceso, primero conócele, ello hará que tu hijo siga confiando en ti; no menosprecies a quien no te guste y no te enfrentes a él por sus amistades pues para él será como hacerle elegir entre ellos y vosotros. Tendrás que, sutilmente, irle haciendo ver lo que esa persona le influye y la incidencia negativa que tiene en su vida. Se trata de irle enseñando a encontrar cuáles son sus valores y a decidir por sí mismo que es lo que quiere para él. No podemos pretender que en su camino no se cruce con influencias negativas pero sí podemos prepararle para hacer frente a estas situaciones y tomar buenas decisiones. Ello le fortalecerá y le hará ganar en seguridad. Hay que enseñarles a decir “no” y dejarles claro en qué situaciones no ha de ceder nunca.

 

Recuerda que en esta etapa no es que los amigos sean necesarios, es que para tu hijo son imprescindibles, por encima de todo lo demás. Sentirse aceptado y formar parte del grupo va a ser su primer objetivo. Esos amigos van a ser una parte importante en la construcción de su identidad que se está afianzando en esta etapa, con ellos se van a sentir más libres de expresarse y menos juzgados, sintiéndose más comprendidos que por nosotros, sus padres, a los que nos viven alejados de sus intereses y “problemas”. En esta etapa ellos tienen prisa por hacerse mayores y por ello nos piden más autonomía e independencia. Aquí está nuestro papel de ir lidiando con sus peticiones y saber hasta dónde llegar. Confía en lo que has sembrado en él y que en ese camino, a veces difícil de la adolescencia, sabrá irse alejando de esas malas influencias y encontrar su verdadera esencia.

 

Aquí, siempre que veas la ocasión, haz lo posible porque tu hijo sepa que ante una situación incómoda, ante cualquier conflicto o equivocación, sois vosotros, sus padres, los que siempre vais a estar ahí y le vais a ayudar a superarlo.

 

Recuerda que cada etapa tiene sus necesidades, así que fomentemos que nuestros hijos socialicen de manera adecuada y ayudémosles a ir gestionando estas amistades que irán apareciendo y desapareciendo de sus vidas.

 

El gran Aristóteles ya nos decía que la amistad era un bien valioso y un gran aliciente para una vida feliz.

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