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Rousseau y su "romanticismo pedagógico"

Maria Pilar Garrido

Publicado el 16/09/2013 14:09

"La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna". Ésta, es una de las numerosas frases que Rousseau dejo para la posteridad. Y es que él, a través de su libro “Emilio, o De la Educación” nos dejó una idea de una romanticismo pedagógico que supuso una revolución  en la manera de entender la educación.

Rousseau señalaba que en la sociedad se encontraban todos los males de su época. Afirmaba que la sociedad era la que hacia malos a los hombres y la que los corrompía. Como solución ante todas estas afirmaciones, el filósofo propuso como alternativa la vía de la trasformación interna del hombre por medio de la educación.

Este tipo de movimiento que perseguía Rousseau es el conocido como naturalismo. Este movimiento afirma que la naturaleza constituye el conjunto de la realidad y las relaciones de causa-efecto son suficientes para explicar todos los fenómenos. Es decir, rechaza todo lo supranatural y se basa en lo científicamente demostrable.

Si toda esta teoría la trasladamos a la sociedad, observamos que según Rousseau, los valores deben encontrarse dentro del ámbito social. Por lo tanto es imposible determinar qué es lo mejor en un ámbito concreto ya que los valores y la ética son relativos y se basan en costumbres.

Por lo tanto, la educación ha de llevarse al campo de la naturaleza y para ello ha de adaptarse al contexto en el que se encuentre. Si esto lo llevamos, ahora sí, al campo de la educación, podemos concluir que lo que Rousseau buscaba es una orientación personalizada de un niño por encima de un programa de estudios determinado.

La educación a su vez ha de entenderse como una creación libre que cada persona hace de sí mismo, por lo tanto, se ha de enseñar por el interés natural que muestre el niño y nunca haciendo un esfuerzo por el aprender. Por lo tanto, es preferible que el niño aprenda poco a poco a que lo haga en contra de su libertad individual y de su voluntad desgastando su interés a pasos agigantados.

Rousseau defiende una educación  en la que aprendamos por nosotros mismos, y no acostumbrarnos a una sumisión por parte de los demás donde nos dicen qué debemos hacer  qué es lo que debemos pensar, liberando nuestro espíritu y haciéndolo valer por sí mismo.

Ya sea en el siglo XVIII o en el siglo XXI, nos podemos ver claramente identificados en la idea que tenía Rousseau sobre el tipo de educación que tenia de su época y en la que nosotros mismos nos encontramos.

Y es que en numerosas ocasiones pecamos de eso mismo, de dejarnos llevar como borregos  por el sistema educativo y nos pensamos en nuestra propia libertad o en nuestras propias necesidades. Y si no lo hacemos con nosotros mismos, mucho menos lo vamos a hacer con nuestros alumnos.

Parémonos a pensar un poco sobre este idealismo romántico y pensemos en sus pros y en sus contras y por qué no, a comenzar a luchar un poco por lo que de verdad queremos y necesitamos. Y es que “La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla”.

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