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El bullying y sus consecuencias biológicas a largo plazo

Maria Pilar Garrido

Publicado el 13/05/2014 16:05

Un grupo de científicos de la Universidad Duke Medicine, con la colaboración de las universidades de Carolina del norte, Emory y Warwich, han  llevado a cabo un estudio acerca del acoso escolar durante más de veinte años. Y las repercusiones de esta violencia pasan incluso a lo biológico.

Este estudio afirma que más allá de las repercusiones psicológicas, el bullying traspasa la barrera de lo biológico a lo largo de los años. Según los resultados de dicho trabajo, cuando son mayores, las víctimas de acoso escolar sufren “problemas de sueño, dolor abdominal, menos apetito, dolores de cabeza y se ponen enfermos con frecuencia”.

Para obtener estas conclusiones, se han analizado los datos de 1.420 personas durante más de 20 años. Los individuos fueron seleccionados al azar de manera que “no tenían especial riesgo de enfermedad mental o de ser intimidados”. Para la realización de este estudio se ha entrevistado a los participantes durante su infancia, su adolescencia y en la edad adulta.  Se les preguntó sobre sus experiencias con el acoso escolar y a su vez, se les tomaba muestras de sangre que les permitía observar las consecuencias que éste tenía sobre su biología.

Después de evaluar las encuestas y los análisis de sangre, los investigadores afirman que “los niveles de la proteína C reactiva (PCR) estaban muchos más altos en los adultos que habían sido víctimas e acosos escolar que en los acosadores o aquellos que habían vivido los dos roles”.

Pero, ¿qué consecuencias puede tener la proteína C reactiva? Según los investigadores “supone un factor de riesgo para problemas de salud como el síndrome metabólico (lo cual puede llevar a la hipertensión, la obesidad abdominal o la resistencia a la insulina […] por lo que éste podría ser el mecanismo por el que las víctimas del bullying desarrollan algunos problemas de salud más adelante”.

Los investigadores afirman que es necesario realizar más estudios sobre esta asociación ya que la muestra no es lo suficientemente representativa, pero también afirman que teniendo en cuenta estos datos “las víctimas podrían ser objeto de políticas de promoción de la salud física y emocional, para disminuir así el riesgo a desarrollar enfermedades asociadas a la inflamación”.

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