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Roald Dahl y la fábrica imaginativa: la innovación a través de la atemporalidad

María Iglesias Díaz

Publicado el 29/03/2021 19:03

Érase una vez un niño galés, que nació el 13 de septiembre de 1916 en la ciudad de Cardiff. Tras una no demasiado agradable experiencia escolar, se embarcó como explorador en una serie de aventuras que lo llevaron a viajar por lo largo y ancho del mundo. De vuelta en Reino Unido, trabajó para la Real Fuerza Armada británica y, más tarde, se trasladó a EEUU para dedicarse a la aviación y la seguridad. Entretanto, comenzó a publicar artículos de opinión y libros, camino que marcaría los inicios de una carrera literaria que lo convertiría en uno de los escritores más prolíficos y admirados de todos los tiempos: el gran Roald Dahl (García et al., 2016). Y colorín colorado, este cuento no ha terminado…

 

EL ÚNICO E IRREPETIBLE ROALD DAHL

No podemos concebir la historia de la literatura infantil si no es ligada a la figura de Roald Dahl. Su obra supuso, ya desde mediados de los 60, una auténtica revolución en este campo. Pero… ¿Qué la hace especial? Tal y como dispone la Biblioteca Nacional de España (2016), sus historias presentan una combinación excepcional de características que las hacen inigualables: una creatividad infinita, un estilo transgresor y un humor descarado y universal. Todo ello complementado gracias al tándem formado con su amigo Quentin Blake, quien ilustra su ingenio e imaginación.

Mas, sin duda, los rasgos esenciales de sus narraciones en el ámbito de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) son el protagonismo pueril y la fantasía desbordante. De esta manera, facilita que las niñas y los niños empaticen con sus personajes; propiciando, de tal forma, el partir de sus motivaciones e intereses -cumpliendo, así, con el principio de interés propuesto por el pedagogo belga Ovide Decroly- y la construcción del aprendizaje significativo planteado por el psicólogo estadounidense David Ausubel.

Del mismo modo, estos factores van a posibilitar tanto un primer acercamiento hacia la lectura como la adquisición del gusto por la misma. A este respecto, Grandes (2010) expone en su artículo la enorme influencia de una de las obras más célebres de Dahl, “Charlie y la fábrica de chocolate”, en un infante con una previa actitud pasiva de cara a la lectura; quien, tras leerla, se queda absorto y se convierte en un lector empedernido.

Teniendo en cuenta todas estas singularidades, la cosecha literaria de Roald Dahl constituye una inestimable producción de calidad, atípica y atemporal que, por tanto, reviste un gran interés desde el punto de vista educativo. En este caso, analizaremos las múltiples posibilidades de la obra mencionada, “Charlie y la fábrica de chocolate”, en la etapa de Educación Infantil, enfocándolas desde la perspectiva de la innovación. Mas, primeramente, indaguemos los retos a lograr por medio de dicha innovación.

 

ENCAUZANDO LA INNOVACIÓN: ¿QUÉ DESAFÍOS PLANTEA EL SISTEMA EDUCATIVO?

La charla TED “¿Matan las escuelas la creatividad?”, del educador, orador y experto en innovación y creatividad Ken Robinson, se ha convertido en una de las más vistas en la historia de dicha organización, con más de veinte millones de visualizaciones en Youtube. Si bien esta conferencia tuvo lugar en el año 2006, el discurso que en ella se expone no resulta ajeno a una realidad educativa que, habitualmente, prevalece hoy en día.

Pensemos en frases como “es necesario preparar a los estudiantes para el futuro”.  En un contexto educativo como el actual, esta idea se despoja de todo su sentido si tenemos en cuenta el papel central que se confiere a un aprendizaje mayoritariamente pasivo y receptivo. Siguiendo a Robinson (TED, 2007), “La educación es lo que nos va a llevar hasta ese futuro que no podemos comprender […]. Nadie tiene una pista […] de cómo va a ser el mundo en cinco años, y sin embargo se supone que educamos a los niños para ese mundo […]”.

La cuestión, sin embargo, no sería tanto prepararles para este como dotarles de las herramientas que les ayuden a desarrollar la capacidad de adaptación al incierto porvenir. En este sentido, una educación que realmente responda a las demandas presentes y futuras ha de desechar el arcaico modelo transmisor-receptor de contenidos y sustituirlo por otro constructivista, en el cual el infante se transforme en su propio protagonista y encuentre el espacio para progresar en sus talentos y habilidades.

Tal y como establece la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), modificada parcialmente por la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre (LOMLOE), en adelante LOE-LOMLOE, la finalidad última de la EI es “contribuir al desarrollo físico, afectivo, social, cognitivo, y artístico del alumnado, así como la educación en valores cívicos para la convivencia”. En consecuencia, lograr su desarrollo integral implicará dar cabida a todas estas áreas.

Para conseguir este cometido, nos centraremos, a continuación, en tres ámbitos que nos permitirán convertir esta obra de Roald Dahl en un excelente recurso al servicio del proceso de enseñanza-aprendizaje, dando así respuesta a las exigencias educativas actuales y futuras: educar en Inteligencias Múltiples, en emociones y en competencias.

 

EL ENFOQUE MULTI INTELIGENTE Y COMPETENCIAL A PARTIR DE “CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE”

Desde antaño, el coeficiente intelectual (CI), medido a partir de los test estandarizados de inteligencia creados por Alfred Binet, parece haber sido la fuente de inspiración de los sistemas educativos. Estos, basados en el análisis de las técnicas instrumentales básicas (lectura, escritura y cálculo), son perfectamente extrapolables a la jerarquía de las disciplinas académicas: lectoescritura y lógica matemática en un primer plano y arte en un segundo. El principal inconveniente de esto es que, enseñando y evaluando así, obtenemos un conocimiento muy limitado de las aptitudes reales del alumnado.

En el polo opuesto, nos encontramos con la “Teoría de las Inteligencias Múltiples” (IM), formulada por el psicólogo estadounidense Howard Gardner en 1983. Según Macías (2002), si bien esta no cosechó demasiada aceptación y acogida por parte de sus compañeras y compañeros de gremio, sí lo hizo en el campo de la educación; pues, con ella, la inteligencia pasaba de ser entendida como un factor único para comprender que se trata de un amplio espectro que aglutina diferentes habilidades, condensadas en nueve tipologías (véase tabla 1).

No obstante, no hemos de obviar la relevancia de la educación emocional; la cual, según Bisquerra (2003), “pretende dar respuesta a un conjunto de necesidades sociales que no quedan suficientemente atendidas en la educación formal”. En este sentido, hemos de considerar la propuesta realizada por el psicólogo estadounidense Daniel Goleman en 1995: la Inteligencia Emocional (IE), síntesis de dos de las inteligencias planteadas por Gardner que reflejamos en el cuadro (véase tabla 1). Siguiendo a Demarzo, García y Modrego (2017), su importancia se justifica desde la concepción de que propicia la adaptación al entorno social y favorece un adecuado grado de bienestar subjetivo.

Las IM se encuentran estrechamente relacionadas con las competencias que impregnan los currículos escolares desde la LOE, surgidas a partir de la Recomendación del Parlamento y del Consejo Europeo (2006), según la cual estas deben ser el hilo conductor de los mismos. En EI se denominan “Competencias Básicas” (CCBB) y son un total de ocho: autonomía e iniciativa personal, cultural y artística, en comunicación lingüística, en el conocimiento y la interacción con el mundo físico, matemática, para aprender a aprender, social y ciudadana y tratamiento de la información y c. digital. A todas ellas, podemos sumar las dos sugeridas por Romera (2017): emocional y física y motriz.

Considerando lo dispuesto en el artículo 1 de la LOE-LOMLOE al respecto de uno de los principios que han de regir el sistema educativo, “La flexibilidad para adecuar la educación a la diversidad de aptitudes, intereses, expectativas y necesidades del alumnado, así como a los cambios que experimentan el alumnado y la sociedad”, comprobamos que los enfoques basados en las IM, la IE y las CCBB ofrecen un marco idóneo para dar cabida a esta diversidad, puesto que posibilitan la adaptación a las características y necesidades de cada discente.

Todos ellos se encuentran totalmente en boga en el panorama educativo actual. Pero, ¿Cómo trabajar desde estos enfoques? A través de estrategias metodológicas como la gamificación. Tal y como se establece en la Revista Unir (2020), esta hace referencia a “una técnica de aprendizaje que traslada todo el potencial de los juegos al ámbito educativo para mejorar los resultados de los alumnos en clase”. Dicha técnica conjuga a la perfección con los postulados del pedagogo alemán Friedrich Froebel relativos al papel central del juego y con la siguiente afirmación recogida en el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación Infantil, “los métodos de trabajo en ambos ciclos se basarán en las experiencias, las actividades y el juego […]”.

Todas estas perspectivas son aplicables en la etapa de EI gracias a la obra de Roald Dahl, como veremos en las posteriores experiencias presentadas. En esta ocasión, nos circunscribiremos en la novela infantil “Charlie y la fábrica de chocolate”, una historia llena de fantasía en la que cinco niñas y niños visitan la célebre fábrica de chocolate Wonka tras encontrar los ansiados billetes dorados escondidos en las tabletas y viven multitud de aventuras. Esta fue publicada en 1964 y posteriormente llevada a la gran pantalla en 2005.

Seguidamente, exponemos en esta tabla la relación de enfoques; explicando, además, actividades y acciones para desarrollar las diversas IM, IE y CCBB partiendo de dicho clásico literario. Todas ellas se encuentran extraídas de las siguientes fuentes; las cuales, a mi juicio, son unos excepcionales ejemplos de gamificación:

- Educación 3.0 (2020) expone en su web “eTwinning Factory”, un proyecto internacional de gamificación y educación emocional.

- Gómez (2017) desarrolló un proyecto a partir de la obra en 1º de EP; extrapolable, no obstante, a EI.

- Gonzálvez (2020) propuso a sus discentes la gamificación como respuesta a la educación en el confinamiento, planteando una serie de retos a lograr en familia durante el mismo.

- Miriam, maestra de EP (Abeceart, s.f.), nos ofrece en sus posts de Instagram una serie de ideas para realizar una escape room, juego consistente en la superación de diversos retos para lograr un objetivo común, basada en esta historia; las cuales también podríamos implementar en el aula de EI.

Tabla 1: relación de Inteligencias Múltiples, Inteligencia Emocional, Competencias Básicas y actividades para trabajarlas por medio de la obra "Charlie y la fábrica de chocolate". Fuente: elaboración propia a partir de Abeceart (s.f.), Decreto 330/2009, de 4 de junio, Educación 3.0 (2020), Gómez (2017), Gonzálvez (2020), Macías (2002) y Romera (2017).

 

CONCLUSIONES

Vista la importancia de los enfoques, metodologías y actividades explicadas, cabe entonces preguntarse: ¿Resulta viable hacer uso de “Charlie y la fábrica de chocolate” para trabajarlos en la etapa de EI? Con este fin, exponemos el siguiente análisis DAFO, herramienta que hará posible la contraposición entre los factores negativos (debilidades y amenazas) y los positivos (fortalezas y oportunidades):

Tabla 2: Análisis DAFO. Fuente: elaboración propia a partir de la interpretación de la información presentada.

 

Como podemos observar a través de esta comparativa, las fortalezas y oportunidades destacan sobremanera frente a las debilidades y amenazas. Sin embargo, hemos de tener presente que cualquier propuesta implica, en cierto modo, algún tipo de riesgo; mas, como docentes comprometidos, hemos de asumirlos con el objetivo de dar un paso más hacia una verdadera educación de calidad y adaptada a las necesidades del siglo XXI. Porque, tal y como afirmaba Roald Dahl (Romero, 2021)…

El que no cree en la magia, nunca la encontrará.

 

 

REFERENCIAS

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