El final de 2012 nos trajo consigo las pruebas PISA a las aulas europeas. Estamos a punto de conocer los resultados ya que en el próximo mes de Diciembre saldrán a la luz los resultados de estas pruebas. Estas pruebas son aplicadas cada tres años y tiene por objetivo principal la evaluación de los alumnos de 15 años en las áreas de Matemáticas, Lengua y Ciencias. Pero, ¿nos muestran estas pruebas unos resultados fiables?

Debemos tener en cuenta los múltiples factores que están relacionados con la educación. Uno de ellos y de los más fundamentales es la importancia que tiene ésta en nuestra sociedad. La preocupación de la sociedad en general y del sistema político en particular por el futuro está de capa caída. Y lo podemos comprobar en todos los cambios legislativos que se han producido. De hecho, desde la instauración de la democracia, se han planteado seis distintas leyes educativas, cada una con sus intereses y matices que cada partido político le quiera dar.

Así, no es de extrañar que los resultados en el informe PISA no sean excelentes, pero no nos engañemos, tampoco son catastróficos. El informe de 2009 (últimos datos recogidos), nos muestra una mejora respecto a los resultados obtenidos en 2006. En todos los resultados, España se encuentra dentro de la media de los países pertenecientes a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Esta media se encuentra en comprensión lectora en los 494 puntos, mientras que España se encuentra en los 481 puntos.

Cristina Narbona, embajadora de España ante la OCDE hasta 2011, tras la publicación de estos resultados, afirmó que “España, que ha hecho esfuerzos para salir de los bajos niveles educativos de los que venía históricamente, debe ahora fomentar la excelencia, ofreciendo en la escuela a los alumnos con más aptitudes las posibilidades para desarrollarlas”. Esta “excelencia educativa”, nos lleva a un sesgo social. La mayoría de los centros donde se intenta fomentar esa excelencia son centros privados, centros que no todo el mundo se puede permitir.

Nos encontramos en un momento en el que lo que se intenta lograr son la mejora de esos resultados para ser competentes ante un mercado globalizado y así fomentar unas relaciones internacionales que favorezcan la economía española. Y eso es algo muy positivo para el país, pero, con esta iniciativa, lo único que de verdad se está fomentando es que se pierda el sentido original de la educación. Los resultados no son lo que más importa en la educación, nos olvidamos de las competencias, nos olvidamos del conocimiento, de la cultura, del fomento de la inteligencia. Estamos sesgando la sociedad en niveles económicos, dividiendo a niños en estamentos que ellos aún no son capaces de concebir.

Queremos compararnos e igualarnos con Europa, pero no nos estamos fijando en lo que realmente importa. Estamos dejando a la educación en un segundo plano, y a larga, nos pasará factura. Las mismas oportunidades, el mismo nivel, la misma atención, los mismos derechos, las mismas leyes. Comencemos por igualarnos entre nosotros, para comenzar igualarnos al resto.

En este punto me gustaría recordar un programa de Salvados emitido por televisión hace unos meses en el que se nos mostró un reportaje  en el que hacía un análisis sobre la educación española, y posteriormente,  viajaba a Finlandia, país con los mejores resultados en estos informes, para comprobar cuáles eran las diferencias entre la educación de ambos países.

Los resultados se encuentran a la vista y sería bastante recomendable que nos parásemos a pensar durante un segundo cuáles son los problemas reales de esta España. Obviamente, no se encuentra en nuestras manos el cambiar de repente el sentido de la educación, pero grano a grano, se hace una montaña y como bien finaliza el programa de Salvados: “o inviertes en aquella gente menuda, o a la larga lo acabas pagando”.