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Enseñanza digital en tiempos de pandemia

Ginés Pedro Toral Pérez

Publicado el 01/04/2020 14:04

La enseñanza digital se ha puesto de moda en los últimos años en la mayoría de los centros de Educación Secundaria de nuestro país. El salto cuantitativo se ha visto reforzado por la aparición de nuevas tecnologías, nuevos libros digitales, nuevas herramientas, bajada del precio de los equipos, pero sobre todo, por el apoyo de las familias y la formación del profesorado.

Esta formación, adquirida poco a poco con gran esfuerzo personal, ha sido en definitiva lo que ha dado seguridad a los claustros de profesores para profundizar y consolidar este tipo de enseñanza. 

No olvidemos que las editoriales también se han visto obligadas a dar un salto tecnológico y proporcionar al alumnado un nuevo recurso llamado “libro digital” (unos mejores que otros), que les permitiera aprender y consultar el material vía ordenador o tablet.

Pues bien, todo este esfuerzo, alabado por unos y criticado por otros, actualmente, en tiempos de pandemia, ha supuesto un alivio a muchos alumnos, padres y centros educativos, al ver que disponen de herramientas para la enseñanza online durante el confinamiento.

Como se ha comentado anteriormente, la alta formación en TICs adquirida por muchos profesores, y por ende, también por el alumnado, ha permitido una suave adaptación al E-learning, prácticamente de forma automática.

En el caso de mi centro educativo, el IES Infanta Elena de Jumilla (Murcia), centro “digital avanzado”, con muchos años de experiencia y en constante fase de aprendizaje y adaptación a la evolución tecnológica, no nos pilló por sorpresa la supresión de las clases presenciales. Si un miércoles ya se rumoreaba que iba a ocurrir y el jueves se confirmó definitivamente, en ese momento el equipo directivo arrancó la máquina de coordinación docente, con sucesivas reuniones, emails masivos, solicitudes de opinión, etc. Y el viernes, como por arte de magia, ya teníamos prácticamente clara la forma de proceder. 

Como era lógico, gracias a nuestra forma de trabajar, la adaptación a la enseñanza a distancia supuso poco esfuerzo para la gran mayoría de los docentes que formamos el claustro.

 

¿Y qué herramientas digitales utilizamos? 

Muy sencillo. Herramientas gratuitas y dispuestas a ser utilizadas por todos. Básicamente, como es en mi caso, combinando Google ClassRoom y Google Meet. Google ClassRoom es la herramienta utilizada en el día a día, donde se publican las actividades, se recogen las tareas y se califican, se preguntan dudas, etc. Y debido al confinamiento, se ha combinado con Google Meet, que no deja de ser una herramienta para videoconferencias como tantas otras existentes en el mercado.

 

¿Cómo se plantean las clases por videoconferencia?

Desde un primer momento, mi planteamiento y el de muchos de mis compañeros fue el de “dar clase” y no “dar trabajo”. Me explico, si somos “centro digital avanzado”, deberíamos dar ejemplo, y más sabiendo que hay herramientas gratuitas a disposición de todos y que tenemos formación suficiente. Por ello, nos embarcamos en las clases por videoconferencia, con sus ventajas y sus inconvenientes. 

Para ello, se genera una videoconferencia en Google Meet, y se comparte el enlace de conexión en la clase correspondiente de Google ClassRoom. Los alumnos hacen clic en el enlace y automáticamente se conectan a la clase, previa aceptación de entrada por el profesor. Hay gran cantidad de guías y videotutoriales en Internet que explican todo esto. 

 

 

Pero tras el primer día de clase, surgieron ciertas dudas que me hizo reconducir la situación al día siguiente. ¿Pueden ser capaces los alumnos de aguantar seis horas de clase, sí, de clase, delante de un equipo informático? ¿Es capaz un profesor de dar cuatro o cinco horas de clase conectados a un equipo informático? Las respuestas estaban claras, eran un no rotundo. Además, creo que sería contraproducente para ambos. En situaciones excepcionales, hay que tomar medidas excepcionales.

 

Esta reflexión hizo que las sesiones de 55 minutos se plantearan finalmente de la siguiente forma:

  • Introducción a la clase y motivación: 10 minutos. Mientras todos se conectan hablamos del día a día, nos motivamos para seguir confinados y para no abandonar las clases, etc.
  • Clase teórico-práctica: 25 minutos. Una vez conectados todos y dejando un tiempo prudencial de cortesía, se procede a la explicación de la materia. De vez en cuando se pregunta a los alumnos para tenerlos conectados y atentos.
  • Actividades: 15-20 minutos. Ya sin conexión directa, se les plantean a los alumnos unas actividades sencillas para consolidar lo aprendido. Normalmente, les pido a los alumnos que se quiten los cascos y trabajen, pero que no cierren la sesión, porque si hay dudas, lo único que tienen que hacer es activar micro y preguntar, ya que el profesor siempre estará al otro lado durante lo que dura la clase.

 

¿Por qué no diseñar simplemente tareas para hacer en cada hora y corregirlas?

Como se ha comentado, un “centro digital avanzado” debe mostrarse como tal y ofrecer todos los recursos disponibles para conseguirlo.

Pero tan lícito es lo anteriormente explicado como cualquier otra forma de utilizar esos 55 minutos de cada sesión. El planteamiento que he propuesto viene de mi experiencia con el alumnado tan diverso con el que trabajo este curso (ESO, Bachillerato y FP Básica), y que creo que tras varias semanas, los resultados son buenos. 

La experiencia de cada profesor con sus alumnos en particular es lo que debe determinar el mejor sistema para conseguir optimizar el tiempo y los recursos, y mantenerlos “enganchados” a las clases.
 

Inconvenientes y problemas encontrados

Los inconvenientes encontrados seguramente serán los mismos que los de muchos centros del país:

  • Alumnos sin Internet en casa. Este para mí es el mayor inconveniente, y el de más difícil solución. Como medida de urgencia, sería generar una wifi con el móvil de los padres y que sólo la utilicen para enviar o descargar trabajos. No sería el caso de las videoconferencias, ya que consumiría gran cantidad de datos. Aquí entra en juego la “atención a la diversidad digital” como yo la llamo.
  • Equipos informáticos averiados y/o con dificultad de ser arreglados. En momentos de confinamiento, es difícil conseguir que un ordenador sea reparado. Pero podemos recurrir a la solución del caso anterior. Hacer uso del teléfono móvil para consultar tareas y enviarlas, aunque sea con fotografía o utilizando APPs que permiten capturar los trabajos y generar un PDF, que se enviaría al profesor.
  • Alumnos que no se conectan. Aquí entran en juego las familias. El horario es el mismo que si asistieran a clase presencial, pero en casa. Y el papel de supervisión lo deben de hacer los padres. La educación es responsabilidad de todos, y ahora los progenitores o tutores deben de poner más interés para sostener el proceso de enseñanza - aprendizaje.
  • Alumnos que se conectan y no están atentos. De ahí que sea conveniente la realización de preguntas durante la sesión de videoconferencia, con el objetivo de comprobar que están atentos y conectados. Con este sistema es muy fácil conectarse y luego hacer otras cosas, con el ordenador o sin él.
  • Tablets & ordenador portátil. El gran dilema de la enseñanza digital. Ahora más que nunca se ha visto la utilidad del ordenador portátil, al ser una herramienta con la que se pueden hacer las actividades de forma cómoda con el procesador de textos o cualquier otro programa, conectarse ágilmente a videoconferencias, simultaneidad de tareas sin problemas de rendimiento del equipo, acceso a los libros digitales de forma más cómoda, etc.

 

 

Conclusiones

La enseñanza digital, como todo, tiene sus fortalezas y debilidades. Ante el inconveniente generado por la pandemia del COVID-19, se ha puesto en valor uno de sus puntos fuertes, reforzado siempre por la formación del profesorado así como su profesionalidad, y, por supuesto, la supervisión y el interés de los padres, y la responsabilidad y el trabajo de los alumnos.

Si todos remamos en el mismo sentido, nuestros alumnos tendrán un proceso de enseñanza-aprendizaje lo más normalizado posible.
 

 

Fotografías: Pixabay (Fotografías libre de derechos)

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