En la educación infantil la interacción entre adultos y niños es muy importante, la familia es ese espacio privado donde el niño o la niña pueden desarrollar y establecer relaciones y vínculos fuertes con los adultos. Pero una vez llegan a la escuela entran en un mundo donde deben compartir la figura del adulto con otros iguales, por ello su relación con este/a  será más moderada.

La formación de la identidad del niño o la niña dependerá en este contexto de su relación con el grupo de iguales, por ello el docente debe de ser capaz de gestionar la comunicación entre su alumnado, para conseguir que se produzca una real comunicación donde todos/as tengan la oportunidad de participar, respetando los  turnos de palabra y practicando la escucha activa. La función del docente será la conocer y respetar las capacidades, ritmos y necesidades de los diferentes alumnos.

Actualmente en educación infantil se están implantando asambleas pedagógicas, estas constituyen espacios destinados al dialogo y la reflexión entre iguales. Como nos expone Cordero tienen distintos beneficios tanto a nivel:

• Lingüístico: La asamblea es uno de los momentos en los que se potencia el desarrollo lingüístico de nuestros alumnos, pues se les da la oportunidad de hablar, de expresar sus necesidades y sentimientos, levantando la mano, respetando el turno, escuchando a los compañeros, es decir que es un momento importante para conocer las normas que rigen el intercambio lingüístico. También se adquiere y amplia vocabulario.
• Social: La asamblea constituye uno de los momentos en los que más se fomenta la socialización a lo largo de la jornada, ya que en ella se potencia el compañerismo, la amistad, la solidaridad, el respeto y la socialización.

Estos beneficios explican el por qué es tan necesario implantar este modelo desde la etapa de infantil,  pero para conseguir que nuestro alumnado sepa  expresar una opinión en grupo, debemos comenzar trabajando la escucha activa. 

¿Qué es la escucha activa?

“La escucha activa es aquella que representa un esfuerzo físico y mental para obtener con atención la totalidad del mensaje interpretando el significado correcto del mismo, a través del comunicado verbal, el tono de la voz y el lenguaje corporal, indicándole a quien nos habla, mediante retroalimentación, lo que creemos que hemos comprendido. Significa escuchar con atención y concentración, centrar toda nuestra energía en las palabras e ideas del comunicado, entender el mensaje y demostrarle a nuestro interlocutor que se siente bien interpretado”. (Ortiz, R., 2007)

Cometemos en ocasiones el error de pensar que todos/as sabemos escuchar y que por ello esta cualidad no es necesaria que se trabaje en el aula o en la familia. En la actualidad podemos ver en televisión por ejemplo diferentes programas de contenido de debates de diferente índole, donde no se respeta el turno de palabra, ni se practica la escucha activa, donde los tonos de voz suelen ser elevados y además se suelen aportar las ideas y opiniones desde la perspectiva de “yo tengo la razón y tú estás equivocado/a”. Este panorama que ven nuestros pequeños, se repite en diferentes contextos de su vida y les aporta el mensaje de que la comunicación es un proceso de “lucha por la razón” donde el respecto, la escucha o la crítica no tienen cavidad. 

La importancia de practicar la escucha activa radica en que, cuando escuchamos  podemos poner la atención no sólo en las palabras que oímos sino también en los sentimientos y en los gestos del interlocutor,  con los que también está expresando una información muy significativa, ambos tipos de lenguaje, verbal y no verbal, son necesarios para poder una mantener correcta comunicación. 

Se trata pues de trabajar en conjunto valores como la empatía, la reflexión, el análisis y con ello desarrollar la inteligencia emocional, que permitirá a nuestro alumnado poder entender que las situaciones tienen distintos puntos de vista, saber esperar su turno de palabra, respetar las emociones de los demás así como comprenderlas, entender la diferencia y valorarla como algo positivo, etc.

La escucha activa es en definitiva, una herramienta básica y muy valiosa para poder crear una asamblea tanto a nivel de aula como de centro. Una buena forma de implantar este modelo en nuestra aula puede ser elaborando una serie de normas de convivencia en común, podemos tratar con ellos ciertas reglas que puedan ser discutidas y modificadas, como las referentes a las actitudes con los compañeros, del uso de materiales, del espacio, así como tenerlos en cuenta en la organización y planificación de alguna actividad. Es positivo comenzar con un ejercicio así ya que les estamos dando la posibilidad de expresarse, coordinarse con sus compañeros y llegar a acuerdos entre ellos/as.  Como no indican Sánchez y González (2016),  para crear este diálogo y reflexión sobre las normas debemos seguir una  secuencia, que se muestra a continuación, aunque siempre podemos adatarla según nuestra experiencia y criterio profesional:  

• Presentación de una imagen alusiva a una norma concreta. 
• Diálogo sobre dicha norma. Realización de aproximaciones acerca de su significado. Se toma nota en la pizarra de todas las aportaciones. 
• Selección entre todos mediante votación de aquella aportación que mejor describa la imagen presentada. 
• Dibujo y escritura individual de la norma trabajada. 
• Discusión acerca de la sanción por reciprocidad que merece el no cumplimiento de dicha norma. 
• Elaboración del libro individual de normas. 
• Fotografía de los niños cumpliendo la norma. 
• Elaboración del libro grupal de las normas de aula.

En definitiva, la asamblea aporta a nuestro alumnado un tiempo y un espacio donde aprender  habilidades sociales que necesita tanto en su presente como en su futuro, además proporciona un espacio donde poder resolver los conflictos o tratar temas necesarios tanto para los docentes como para el alumnado.