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El pin parental

Maria Pilar Garrido

Publicado el 22/01/2020 17:01

Pin parental

Los docentes, pedagogos y expertos en general de educación estamos (desgraciadamente) acostumbrados a que nuestra labor y nuestra profesión sea continuamente juzgada: la forma de dar las clases, el sistema de evaluación o los contenidos que se dan en el aula son algunos de los temas más discutidos. Estos últimos días ha saltado a la palestra el tema del “pin parental”, el cual ha ocasionado un gran debate tanto dentro como fuera de las aulas y que ha hecho que todos los profesionales de la educación volvamos a estar nuevamente en el punto de mira. 

Como todo tema social, no es sorprendente que este sea motor para generar debate y discusiones entre políticos, en las redes sociales o en la calle y comidas familiares. Lo que sí es sorprenderte es que se confundan con tanta facilidad dos términos que no pueden ser más dispares entre sí como son “adoctrinar” y “educar”.

La definición de adoctrinar conlleva el hecho de imponer una idea o un pensamiento como verdad indiscutible, término que es totalmente contrario al objetivo principal de la educación en cualquiera de sus niveles académicos. Aquí quiero hacer un alto y dirigirme directamente a la página de las Naciones Unidas; si nos dirigimos a los objetivos de desarrollo sostenible, vemos que el punto 4.7 dice lo siguiente: “asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible” algo que a mi parecer, dista mucho de adoctrinar a una persona.

Ya en concreto en nuestro país, la educación se basa en los artículos que recogen dicho derecho en la Constitución Española donde, tal y como podemos leer en el artículo 27.2 “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.”

No podemos olvidar que cada vez nos encontramos en una sociedad que es más diversa donde cada persona es diferente del resto. No existen dos personas que piensen de la misma forma en todo, es prácticamente imposible que eso exista, ¿por qué tenemos que castigar a aquellos que no piensan como nosotros? ¿Por qué mi amigo y novio son menos que yo? ¿Por qué la opinión de mi vecino del ático que vota a un partido de derechas no es tan válida como la mía? ¿Por qué una persona que ha nacido en un territorio extranjero tiene menos derechos que yo? ¿Quién ha decidido que una persona trans es menos persona que todos nosotros? 

Yo, como docente, profesional de la educación desde hace una década y como tía de tres maravillosos sobrinos estoy cansada de justificar la educación. Cada persona es libre de pensar y de educar en los valores que crean más oportunos, pero por favor, dejad a la educación actuar en su obligación. Si por algo me decidí a estudiar Pedagogía es por construir una sociedad en la que le enseñemos a los niños y niñas a pensar por ellos mismos. A educarlos en la diversidad y en la igualdad y que ellos sean conscientes de todas las cosas bellas que hay a su alrededor, pero sobre todo, que ellos sean capaces por sí mismos de diferenciar lo bueno de lo malo, de actuar en consecuencia y de hacer de este un lugar cada vez más habitable, sostenible y comprometido consigo mismos y con todos aquellos que le rodean.

Sinceramente no creo que el principal problema de la educación sea el que de los niños y niñas deban o no asistir a clases o a actividades cuyos contenidos no coinciden con el ideal o los valores de la familia, sino en esa manía que tenemos todos de politizar la educación. Debemos partir de que la educación no es un juego ni un medio de los políticos de uno u otro bando para conseguir unos cuantos votos más ni un campo de batalla donde se decidirá quién gobernará. Estamos jugando con la formación integral de los niños y niñas que son los que marcarán el porvenir de la sociedad. Lo realmente importante es facilitarles una educación gratuita y accesible para todos y en formar ciudadanos preparados para el mundo de mañana: ciudadanos con capacidad de desempeñar una buena actividad laboral desenvolviéndose correctamente con las nuevas tecnologías y que además sean capaces de construir un mundo abierto y justo.

Por lo tanto, padres, madres, sociedad en general. Dejadnos actuar y no os empeñéis en hacer de vuestros hijos lo que sois vosotros, dejad que la escuela sea ese punto de encuentro donde vuestros hijos e hijas descubran el sentido de pertenencia a una comunidad global, a una ciudadanía compartida y que sean capaces de asumir responsabilidades colectivas y de decidir ellos mismos qué valores son los que quieren llevar por bandera en su día a día. No olvidemos que la libertad pasa por pensar y vivir de manera diferente respetando a toda la sociedad, no solo a aquellos que piensan como nosotros.
 

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