Imagen generica
¿Aún no estás registrado?
Regístrate ahora, son 2 minutos

Todas somos Laura

Maria Pilar Garrido

Publicado el 18/12/2018 13:12

Nací el 16 de agosto de 1990. Tengo 28 años, soy mujer. Y me alegra afirmar que soy una mujer libre e independiente, ¿o quizás no tanto?

Si nos ponemos a analizar esto seriamente, no es así…desde que somos pequeñas se nos ha educado en el papel de mujer femenina y nos han enseñado a cómo debemos comportarnos y cómo debemos pensar y responder ante determinadas situaciones.

Con frases estereotipadas disfrazadas de micromachismo, a los niños y a las niñas se les educan de manera diferente, aunque esto ha ido cambiando en los últimos años. Puedo estar agradecida de que mis padres y hermanos siempre me han educado para que sea totalmente independiente e intente llegar a lo más alto de la cima: me transmitían la importancia de estudiar una carrera, de tener un trabajo y de no depender jamás de un hombre.

Pero lo cierto es que aún queda mucho camino por recorrer. Aún podemos mirar a nuestro alrededor y sorprendernos de la cantidad de madres que no pueden disfrutar de una reducción de jornada ni de ver crecer a sus hijos, los cuales son criados por sus abuelos, y que aun así, y después de una jornada laboral de 8 horas continuas en el mejor de los casos, les quedan fuerzas para ir al supermercado a comprar unos filetes para cenar y llegar a sus casas con la mejor de las sonrisas. 

Sin duda, las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad hemos demostrado que somos fuertes, que no nos achantamos ante cualquier contratiempo y que hemos luchado, seguimos luchando  y por supuesto lo seguiremos haciendo por conseguir el lugar en el mundo que nos merecemos. Mujeres como Clara Campoamor, Clara Zetkin o Marie Curie fueron las que iniciaron y allanaron el camino para que nuestras voces fueran escuchadas y hoy, no nos podemos quedar calladas.

Y es que estamos hartas, hartas de escuchar que tenemos que ser femeninas, hartas de ver anuncios con cremas anti-edad o para combatir la celulitis, hartas de escuchar cómo nos tenemos que vestir para salir a la calle sin que nos acusen de no ir apropiadas, hartas de escuchar que no podemos ir solas por la calle a ciertas horas, hartas de estudiar lo que quieren, responder ante ciertas situaciones como quieren pero sobre todo ¡estamos hartas de tener miedo!

Ahora que me estoy acercando a los 30 años, es cuando más me estoy dando cuenta de cómo nuestra sociedad sigue inmersa en el patriarcado más tradicional. Soy joven, tengo un buen trabajo en el que me siento realizada, tengo un coche, un piso, he conocido multitud de países, tengo amigos con los que hacer mil planes y la mejor familia que jamás podría soñar, es decir, tengo todo lo que quiero y podría desear: independencia, salud y vitalidad para vivir y afrontar todo lo que la vida me proponga. 

Pero parece que esto no es suficiente para esta sociedad, me estoy acercando a los 30 y sigo soltera y sin ganas de formar una familia a corto plazo, y no son pocas las veces que he escuchado la famosa frase de: “a esa edad los mejores hombres están pillados”, “se te va a pasar el arroz” o cuando digo que no tengo ganas de ser madre que me digan “ya te entrarán ganas”. ¿Y si no? ¿Qué ocurre? ¿Soy menos mujer por no cumplir con tu canon? 

Nosotras tan solo queremos ser libres, vivir nuestra vida, ser nosotras las que decidamos si queremos ser madres o no, cómo nos apetece vestirnos ese día, con quién nos apetece salir, si queremos emborracharnos o no, qué música escuchar, decidir con quién acostarnos y en qué momento, si queremos volver solas o acompañadas a casa, SOLO QUEREMOS VIVIR SIN SER JUZGADAS Y SIN SENTIR MIEDO VOLVIENDO A CASA.

Hoy estoy enfadada. Porque hoy somos una menos, hoy todas nosotras dejamos de llamarnos María, Noelia o Ana, hoy todas somos Laura. Laura era una docente que amaba su profesión, que después de mucho esfuerzo y sacrificio por fin la habían llamado para trabajar en lo que ella más amaba, que una tarde decidió salir a correr y que alguien decidió que era de su propiedad y que podía hacer con ella lo que quisiera. Hoy todas hemos sido asesinadas.

Pero a su vez, hoy estoy contenta y orgullosa. Orgullosa de entrar en las redes sociales y ver a todas con la misma foto de perfil, con textos recordando a Laura y defendiendo nuestros derechos a ser libres e independientes, y orgullosa de ver que gran parte del colectivo masculino nos apoya. Porque cada vez que una mujer es asesinada, nosotras morimos con ella, cada vez que una mujer es violada, nosotras lloramos con ella, cada vez que una mujer es insultada o acosada por la calle lo somos todas.

Porque somos una única fuerza y nada ni nadie nos va a callar. Estoy convencida de que la revolución femenina ha llegado, y ha llegado para quedarse, para hacerse oír y reivindicar lo que es nuestro de verdad.

Porque el sueño de mi vida es envejecer y sentada en la orilla de la playa sentir la tranquilidad de haber vivido toda mi vida a mi elección, sin miedo, y sin ser jamás coaccionada porque otras personas quieran decidir por mí.

Ese es el mundo en el que quiero vivir. 

2
“¿Te ha parecido interesante este artículo? ¡Dale a me gusta!