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¿Qué tal si componemos juntos? El concierto de la vida. Un Currículum equitativo.

Margarita López Sastre

Publicado el 30/09/2021 21:09

La idea de “Un currículum inclusivo que asegure el éxito para todos” puede mal interpretarse si se entiende ese “todos” como algo exclusivo a la comunidad educativa y no desde una perspectiva global que abarque el conjunto social. Haciendo referencia al término de capital social y considerando que las redes de interacción son fuente de conocimiento e información y una manera de generar, compromiso social, valores cívicos e ideas democráticas comunes (Hargreaves & Fullan, 2014, pág. 119), podemos intuir que, desde el ámbito educativo, se necesita potenciar la creación de distintas redes sociales en diferentes ámbitos: internos a la escuela y con las familias, entre escuelas y externos a la escuela (Ainscow, Dyson, Goldrick, & West, 2013). Diferentes bandas, diferentes públicos, diferentes conciertos. Deberían trabajar de modo conjunto remando hacia la misma dirección, estableciendo una verdadera cohesión de grupo, creando comunidades reforzadas por un sistema de valores compartido que, a su vez genera sentimientos de pertenencia; Todos diferentes pero todos musicales. De este modo, se favorecería el aumento del capital social y se facilitará la inclusión, no únicamente en el sistema educativo sino también desde una perspectiva global y social. Todos los componentes son necesarios: instrumentistas, bailarines y público; Sonido, luces y telón; se complementan y comparten una pasión, para que funcione, para que llegue, para que la música emocione y emocione a todos. En este sentido se entiende que es responsabilidad compartida, entre los individuos que forman parte del tejido comunitario - o de los conciertos -, compensar las desigualdades sociales y, en consecuencia, apoyar la transformación de la escuela hacia “una educación equitativa de calidad que promueva oportunidades de aprendizaje para todos”, remando en compañía hacia el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 de las Naciones Unidas (Bolívar, 2019). Para disfrutar juntos de las mejores canciones jamás interpretadas. 

Es cierto que, la escuela por sí sola no puede; pero como organización también debe trabajarse. Músicos y bailarines, aprenden, practican, juntos y por separado, forman una gran comunidad, un verdadero equipo, comparten una actitud, una mirada, unos valores. Es necesario que los líderes pedagógicos cooperen con líderes intermedios – informales, creando una cultura escolar cooperativa, trabajando su tejido y cohesionando al grupo de profesionales que, a su vez, crean vínculos con alumnos y familias; cambiando los roles, rediseñando espacios y utilizando el liderazgo compartido para el cambio y la transformación desde dentro (Bolívar, 2019). Y, desde dentro, es la propuesta que hace Lawrence Stenhouse: “Humanities Curriculum Project”. Surgió en los años 60- 70, especialmente sensible con la idea de una escuela democrática y justa que pretende integrar en la práctica docente la autorreflexión e incluir el diálogo sobre temas “tabú” para llegar a formar ciudadanos activos, críticos y comprometidos con el entorno (Stenhouse, 1991). Sin bandas no hay conciertos, ni canciones.

La escuela debería reproducir melódicamente el modelo cultural y social al cual quiere pertenecer, debe ser la guía y compañera de todos para formar una verdadera comunidad que aprende, que evoluciona de manera conjunta y que es capaz de transformarse al unísono de sociedad en completa armonía. ¡Qué grandes las bandas! Si tenemos en cuenta a las maestras/os y su rol reflexivo (Stenhouse, 1991), podríamos pensar que el profesor/a toca perfectamente al compás, evolucionando con el tiempo al tempo. Bandas que siempre están a la moda, actualizadas. Aunque, quizás, intentar abordar la inclusión educativa desde el tercer nivel curricular haciendo adaptaciones curriculares “insertando” alumnas/os en los centros o insertando aulas “especiales” en los centros “ordinarios” sin recursos suficientes o sin ajustarse a lo que se necesita, es un error que provoca que se quede en eso, en el intento. Que, si falta alguno de los participantes tampoco puede haber concierto, que se retroalimentan para que Sea, para que exista. Debemos generar la idea de que la inclusión debe estar contemplada desde un marco más amplio, en cuanto a filosofía escolar se refiere y, por supuesto, a la cultura y política social. Política, seguramente a revisar, la escuela lo necesita y lo necesita ya o la melodía sonará desafinada, distorsionada. 

Entonces, ¿cómo sería una escuela justa y democrática como la que propone Stenhouse (1991)? ¿No es acaso, una escuela que busca tratar a los que más lo necesitan lo mejor posible y, de paso, contribuir a una sociedad mejor? Como afirma Bolívar  (2019) “Practicar la inclusión en las escuelas es por tanto contribuir a la justicia social”. Pero ¿Realmente es posible esta inclusión? Quizás si se interpreta inclusión como equidad sí; y en este punto cabe hacer diferenciación entre la igualdad de oportunidades y el reparto de oportunidades de forma equitativa. Si bien es cierto que la educación es un derecho y que el acceso a esta está garantizado, la cosa es como. Tener acceso ya no es suficiente, como seres singulares que somos no todos tenemos la misma circunstancia o situación fortuita, ya sea por etnia, nivel sociocultural, sexo, discapacidad, religión... Todos son bienvenidos y cada cual tiene lo que necesita para participar, que no lo mismo. Todos viven su canción. La equidad podría responder a esta problemática y por tanto un currículum inclusivo con base común que “otorgue dispositivos diferenciados con el objetivo de que todo alumno se sienta incluido y pueda llegar a desarrollar todas sus capacidades para realizarse personalmente, integrarse en sociedad y participar activamente en la vida” (Bolívar, 2019) sería parte de la solución ante la teoría de la justicia social.  Todos crean música que no entiende de injusticias, cada cual tiene su propia canción que interpretar. Es importante identificar los procesos de exclusión actuales en el ámbito en la que se desenvuelve la escuela e incidir en la necesidad de transformar la cultura y educación; Insisto, para que esto ocurra, es necesario la intervención de la comunidad a nivel macro. Todo concierto sin un público siente un gran vacío. La banda se siente sola.

Cada persona es diferente por lo que un currículum equitativo debería atender esta premisa, quizás sería más acertado abordar la educación equitativa desde el termino necesidades educativas personales (N.E.P) (García Barrera, 2013), refiriéndonos a que cada persona tiene derecho, en base a su ser único y original, a desarrollar todas las habilidades y competencias que le permitan desenvolverse con éxito en la sociedad. ¿Sabías que podrías hacer tu propia canción si quisieras? Hay melodías de todo tipo, hay sitio para todas. Si no existe la exclusión, hablar de inclusión no tendría cabida porque todos somos personas singulares. Por tanto, un sistema escolar más equitativo o justo, es aquel que reduce la desigualdad y ayuda a los más vulnerables con mayores recursos fomentando la desigualdad justa (Rawls, 2003) mientras que se garantizan, a todos, los conocimientos y las competencias para funcionar en la sociedad. Es arriesgado afirmarlo, pero no se puede concebir la equidad si no es desde una perspectiva individualizada de cada ser. Todos pueden interactuar al son de la vibración, todos pueden sentir. Siendo la música lo común.

Rescatando la idea del Humanities Curriculum Project (Stenhouse, 1991) cabe citar que entre los principios sobre los que se sustenta encontramos: ayudar a tomar conciencia a los estudiantes sobre sus actitudes, ayudar al alumnado a detectar los estados emocionales que existen en los conflictos raciales o considerar la idea de formar una organización para el cambio (Stenhouse, 1991). ¿No sería este un enfoque global que contribuye al capital social y que incide directamente sobre la educación inclusiva? Si consideramos que se gesta desde el interior de los centros, ¿no sería un buen cimiento sobre el que formar la cultura escolar? 

Sería preciso entonces, ofrecer a la comunidad educativa las herramientas para ejercer su práctica, práctica de calidad. Esta idea se podría materializar a través de un currículum competencial que tenga la idea de cohesión social presente y que “reactualice y delimite la misión y obligación de la educación” (Bolívar, 2019). Posiblemente, reactualizar en el sentido de crear nueva concepción y delimitar y obligar en el sentido de comprometer y transferir la importancia de educar. Quizás notas musicales comunes que se puedan combinar y complementar para ajustarse a quién escucha, baila, toca… teniendo presente el lugar y la hora del concierto. Efectivamente, daría lugar a distintas canciones, tantas como personas, tantas como participantes, tantas como lugares, tantas como instantes.  Desde esta perspectiva un currículum inclusivo apostará por una cultura compartida en beneficio de la interculturalidad y por asentar valores comunes que permitan a las personas ejercer en la vida siendo críticos y analíticos con las diferentes políticas aprendiendo a vivir en compañía, intercambiando pareceres, pensando y comparando. (Bolívar, 2019) 

Nosotros, profesoras y profesores, – en cualquier etapa, nivel o forma educativa – somos los que motivamos a participar y a la vez tocamos los instrumentos, creamos e interpretamos las notas musicales comunes, creando infinitas melodías, que suenan dulcemente, ajustadas al lugar, la compañía y el momento. Podría ser, el Humanities Curriculum Project (Stenhouse, 1991), el aire por el que circulan las negras, blancas y corcheas… en un mundo cambiante en el que docentes reflexionan y dialogan mientras se mantienen actualizados, en armonía social y crean vínculos con sus alumnos y les acompañan al concierto a bailar o tocar, su estilo, su canción, a sentir su vibración; haciéndoles protagonistas, bailando y tocando con ellos, acompañándolos, creciendo juntos y dejándoles ser ellos mismos, compartiendo lo común y lo individual, creando conciencia, cambiando la mirada. 

Y ahora, ¿Qué tal si componemos juntos el concierto de la vida?

 

Referencias

Ainscow, M., Dyson, A., Goldrick, S., & West, M. (2013). Promoviendo la equidad en educación. Revista de investigación en educación, 11(3), 32 - 43. Recuperado el 04 de 04 de 2021, de file:///C:/Users/DIEGO/Downloads/Dialnet-PromoviendoLaEquidadEnEducacionVersionEnCastellano-4735222.pdf

Bolívar, A. (2019). Uncurrículum inclusivo en una escuela que asegure el éxito para todo el alumnado. E - Currículum, 17(3), 838. Recuperado el 04 de 04 de 2021, de https://revistas.pucsp.br/index.php/curriculum/article/view/43925/29936

Echeita , G. (2017). Educación inclusiva. Sonrisas y lágrimas. Aula abierta(46), 17-24. Recuperado el 2021 de 04 de 04, de https://reunido.uniovi.es/index.php/AA/article/view/11982

García Barrera, A. (2013). Proponiendo un concepto nuclear latente en educación : Las Necesidades Educativas Personales (N.E.P). Tesis Doctoral, 63 - 75. Recuperado el 2021 de 04 de 04, de https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/13254/62847_Garc%C3%AD...

Hargreaves, A., & Fullan, M. (2014). Capital profesional. Transformar la enseñanza en cada escuela. Madrid: Morata.

Rawls, J. (2003). Justicia como equidade. Una reformulación. Sao Paulo: Martin Fontes.

Stenhouse, L. (1991). Investigación y desarrollo del currículum (3 ed.). Morata.

 

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